Nota por Lola Sasturain, publicada originalmente en El Planteo y provista a High Times de forma exclusiva.
“Los Bandalos Chinos tenemos un vinculo muy cotidiano con la marihuana, y cada uno tiene su enfoque y su visión sobre ella. Nosotros dos somos los representantes designados del cannabis adentro de la banda, los que aseguran el suministro” cuentan Goyo Degano y Tomás Verduga, cantante y guitarrista respectivamente de Bandalos Chinos. El sexteto, oriundo de Beccar, se completa con Matías Verduga (hermano de Tomás) en batería, Iñaki Colombo en guitarra, y Nicolás “El Lobo” Rodríguez y Salvador “Chapi” Colombo en sintetizadores.
El grupo, cuyas melodías redondas y sensibilidad pop ochentosa remiten a los grandes de la canción argentina, desde Fito Páez hasta Federico Moura y Miguel Abuelo, se ganó a fuerza de autogestión un puesto entre los imprescindibles del indie local de los últimos años. Buena parte de este triunfo se debió a su exitoso álbum Bach, de 2018, plagado de clásicos instantáneos sobre romance, nostalgia y –sí- también sobre el porrito.
Ese álbum los llevó a girar (y cosechar fans) por varios rincones de Latinoamérica y obtuvo dos nominaciones a los Grammy Latinos, y el premio Gardel a “Mejor Álbum de un Grupo Pop”. A fin de este mes, el día 29 de mayo, Bandalos Chinos sacarán dos singles Mi Manera de Ser” , y “AYNMG”. Síguelos en Instagram para más detalles.
En tiempos de Covid-19 y con el mundo entero en cuarentena casi total, dialogamos con ellos desde el confinamiento de sus casas. Reflexiones sobre la extrañeza del contexto actual, el futuro, música, anécdotas, vínculos y una relación con el cannabis de profunda conciencia.
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Sobre los inicios
Ambos están de acuerdo: compartieron una adolescencia en Beccar en donde el cannabis no era parte del paisaje y dieron sus primeros pasos alrededor de los veinte, cosa que agradecen. Amigos desde los años de colegio y hoy rondando los 30, los Bandalos crecieron juntos en tres sentidos importantísimos: como amigos, como músicos y como fumones.
Tomás: “Fuimos los primeros del grupo en empezar a fumar. Nosotros en el colegio éramos bastante ‘naif’. Nos criamos en familias conservadoras y religiosas e íbamos a un colegio bilingüe religioso de zona norte, muy chiquito y de clase social media alta que se hizo mixto justo cuando nosotros entramos, entonces en pos de llevar varones había muchos descuentos y ese tipo de cosas (N.deR: Todos fueron al mismo colegio pero a diferentes años, menos “El Lobo”). Mi mamá laburaba ahí también así que estábamos bastante becados, no teníamos tanto que ver con eso. Y yo por lo menos descubrí el porro cuando salí del colegio, empecé a fumar en serio a los 21; hoy ya van diez años”.
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¿Qué ventajas encuentran en haber empezado a fumar de grandes?
Tomás: “Creo que estuvo bueno agarrarlo de grande porque uno construye la relación con otra confianza. Sobre todo porque es una sustancia psicoactiva: yo siempre digo que el porro está bien si vos estás bien. Si vos estás malo el porro está malo. Para mi estuvo bien empezar a esa edad porque tenía la cabeza ya súper construída, y con la confianza de saber un poquito mejor quién sos y que querés. Entonces fue más fácil mantener los pies sobre la tierra”.
Goyo: “Creo que empezando a consumir de grandes le dimos un uso más responsable que el uso más desaforado que se le suele dar en la adolescencia”.
El enamoramiento hacia el cannabis y el despertar creativo y artístico de los Bandalos Chinos sucedieron casi en paralelo. Aquellos años fueron fundacionales tanto para la banda como para cada uno de sus individuos por separado: el florecimiento de la inspiración y una suerte de período coming of age porrero.
¿Cómo fueron esos años de descubrimiento?
Goyo: “Teníamos un grupo de amigos artistas del barrio, diez años más grandes que nosotros, y con ellos empezamos a ir a obras de teatro, varietés, recitales, a conocer toda una movida under y autogestiva. Era lo único interesante que había en zona norte, esa es la realidad. Y el contacto con todo eso fue el primer contacto con la marihuana también. Ir a la vuelta a fumar antes de ir a una obra de teatro, y después entrar a ver la obra re locos y cagarnos de risa durante horas. Este grupo de gente nos abrió el juego y nos hizo entender que había un circuito, y en ese momento también era el comienzo de Bandalos Chinos y de intentar meternos como banda en ese circuito. Vino muy de la mano empezar a experimentar con la marihuana. Justo ahí empecé a leer a Castaneda también, y él hablaba de cambiar el punto de vista; el faso me generaba eso. Fumaba y por un rato tenía ideas distintas. Y después empecé a entender y a darle a veces un uso recreativo y a veces un uso más espiritual, meditativo.
También acostumbrarme a no tener faso e intentar emular esa sensación: con un amigo con el que hacíamos teatro nos sentábamos un rato a flashear intentando recrear “¿Qué sentís cuando estás fumado?”. Horas así en un sillón, tratando de llegar a ese estado, porque no teníamos churro”.
La vida en tiempos de pandemia
Al momento de concretada esta entrevista (vía videollamada), Argentina llevaba 32 días de cuarentena total obligatoria. Además de la angustia, el aburrimiento, la paranoia y la incertidumbre que constituyen el estado de ánimo colectivo, el distanciamiento social prolongado por tiempo indefinido construye un contexto especialmente difícil para todo el sector del arte, la música y el entretenimiento.
Coronando su período más exitoso hasta el momento con Bach y con un disco nuevo grabado entre manos, a los Bandalos Chinos la pandemia los sorprendió en un momento crucial de su carrera, pero aún en la adversidad, el primer single será lanzado a finales de mayo.
A la hora crear este álbum (cuyo nombre aún no ha sido revelado) repitieron la fórmula que tantas satisfacciones les dio en el anterior: la producción del franco-mexicano Adán Jodorowsky en el estudio Sonic Ranch, en Texas, Estados Unidos.
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Las condiciones estaban dadas para un éxito rotundo, pero a pesar de que el 2020 parecía tan prometedor, la pandemia de coronavirus los obligó (¿a quién no?) a tomarse un tiempo fuera; un momento de parar la pelota y rediseñar movimientos. Y fumar muchísimo porro, claro.
¿Cuál es la importancia del porro en la cuarentena? ¿Cómo y cuánto lo consumen?
Goyo: “Es crucial. Si no fuera por el porro y por tener una guitarra en mi casa creo que no la contaría. Estoy en un momento donde estoy fumando mucho, pero fue variando a lo largo de la cuarentena. Pasé por un momento de carga energética muy heavy y estuve como una semana sin fumar y sin alterar mi consciencia de ninguna manera con cosas externas; después me empecé a sentir mejor a partir de algunas cosas que hice y volví a fumar como antes, desde que me levanto hasta que me voy a dormir“.
Tomás: “Yo también. Estoy haciendo una vida muy sana, comiendo muy bien y entrenando mucho. Me despierto temprano, desayuno algo, y ya terminando la última tostada vamos poniendo (con mi novia) un disquito o un tiny desk, y rolando uno. Once de la mañana ya empecé. Y así voy manteniendo uno que lo voy fumando de a secas hasta que se acaba y me armo otro“.
Goyo: “Veníamos en ese ritmo de gira y de viaje, una vida muy nómade, y de repente me encontré en mi casa todos los días encerrado y se me venían las paredes encima. En ese sentido me sirvió como ansiolítico, para bajar y entender que tocaba el encierro, el silencio y con eso el diálogo interno“.
¿Qué están planeando para esta época de encierro indeterminado, con toda la actividad cultural frenada y los shows y fiestas suspendidos?
Goyo: “Intentando ir día a día e intentando no tomar decisiones apresuradas. Sabemos que no va a haber ni fechas ni recitales por un buen tiempo, y todos los proyectos de ese tipo que teníamos para este año se estarían postergando. Salvo lo que tiene que ver con el disco nuevo: por suerte grabamos en enero en Texas, y vamos a ir sacando música, ¡la única actividad que podemos sostener! Subir canciones a plataformas, eso sigue existiendo. Y para sobrevivir durante la cuarentena estamos haciendo cosas a través de la pantalla para generar un poco de movimiento: al ser una banda autogestiva, dependemos muchísimo de nuestros shows en vivo y la suspensión de todas las actividades nos juega muy en contra económicamente”.
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¿Y cómo se llevan con los vivos por streaming? ¿Los satisface esta modalidad?
Tomás: “No me gusta el streaming, no nos representa. A mí como público incluso no me llega ni cerca de la experiencia de lo que es estar en una sala con el artista. Me parece rico cuando sirve como herramienta para contar algo sobre el momento particular, no cuando pretende ser lo mismo que una experiencia en vivo. A mí que soy un poco ‘conspiranóico’ me resulta todo un poco aterrador. Tal vez leí demasiada ciencia ficción en mi vida. Te ponés a pensar un poco en que estamos todxs encerrados, comunicándonos desde pantallas cada uno desde su celular, y es futurista y espeluznante. Una locura, la frecuencia anímica de la humanidad entera cambió”.
Goyo: “No nos representa; por empezar a hablar, nosotros somos una banda de seis integrantes, y un streaming lo puedo hacer yo solo en mi casa. Pero está todo un costado que es la gente que nos escucha: ellxs también están confinadxs en sus hogares y un streaming les hace bien, se las sube, entonces es un contacto con ellos, que son quienes vienen a nuestros shows, que escuchan nuestros temas y se comen nuestra peli. Está bueno devolverles algo y también recibir el agradecimiento de la gente, quienes también están en un momento difícil. Además de la parte económica, que está en jaque para un montón de personas (incluidos nosotros), está la parte emocional del encierro, que no es fácil. Es una manera de hacer nuestro pequeño aporte. Y coincido con Tomi, está bueno cuando es una herramienta para contar algo distinto”.
El cannabis y la creatividad
¿Cómo se lleva el cannabis con el proceso creativo de la banda? ¿Para qué tipo de actividades les aporta fumar?
Tomás: “Hay momentos que para escribir o para ensayar me hace bien, pero a veces ando con la cabeza medio encriptada y tal vez me desconcentra muchísimo: en ese caso es mejor fumar uno para ver tres capítulos al hilo de una serie, o para ponerme a cocinar algo y relajar. Siempre depende. Cuando estamos grabando en El Rancho es tan necesario como los mates o como un café: necesitás tomarte ese momento para fumarte uno. A veces cortamos para fumar uno los seis, y terminamos charlando, o el que estaba medio tenso finalmente se abre y puede contar como se está sintiendo, si siente que algo no le está saliendo como quiere… tomarse ese ratito para fumar siempre termina descontracturando. Ahora hay muchos que no toman más mate, pero todos fuman porro (risas). Es un ritual de unión”.
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¿Qué música les gusta escuchar cuando fuman?
Tomás: “Muy variado. Yo últimamente si estoy re loco voy casi seguro a Guli (Agustin Bucich, pop groovero porteño) o un Mac deMarco. Cuando estamos de gira siempre alguien pone Anderson Paak, o alguno de los últimos discos del Flaco Spinetta…. O si estamos en modo agitador, Viejas Locas. Te agarra Suso (stage manager de los Bandalos) en la camioneta fumando y te pone Viejas Locas y te volvés loco. Te lo cantás entero”.
Goyo: “En modo derretido, Homeshake. Y también nos gusta fumar para escuchar juntos cuando sale el disco nuevo de algunx artista que nos gusta. Cambia el foco y le encontrás otros detalles”.
¿Qué referencias al porro hay en su música? Por ejemplo en el video de Vámonos de Viaje, aparece Goyo girando un porrito…
Goyo: “Ese video esta hecho todo con archivo de video de nuestros celulares durante la grabación de Bach. En una de las primeras tomas aparezco yo pasándole un porro a la cámara, además de muchas otras tomas en las que aparece porque como ya dijimos, en el estudio fumamos muchísimo.
Hay una anécdota muy graciosa y muy reciente sobre ese video. Entrando a grabar en diciembre, cruzamos a pie desde Ciudad Juárez a El Paso (frontera México – USA). Por un puente, todos con nuestras valijas, muy de peli. Cuando estoy mostrando mi pasaporte un perro policía me huele la mochila, y ahí me meten en un cuarto, me revisan y me preguntan si fumo ‘weed’. Les digo que sí, pero que no tenía nada, y ahí me preguntan quién era y que estaba haciendo ahí. Les cuento que soy de una banda y que estaba yendo a grabar y para corroborar buscan un video, y el primer video que ponen es el de Vámonos de Viaje. Ahí se empiezan a reír todos y hacer señas de que yo le estaba pasando el churro a la cámara. Ese video me vendió instantáneamente. Me retuvieron tres horas y al final me dejaron pasar“.
Tomás: “En los comentarios de youtube hay gente que se queja “¿Nadie se da cuenta de que se están drogando?” (risas).
Goyo: “Y en la música hay varias referencias, sobre todo en la poesía y en el enfoque. En la canción “El verano” por ejemplo hablamos de “el humo que no pega como ayer”, refiriéndonos a esa cosa nostálgica de que no siempre te pega igual. Y “Vámonos de Viaje” empezó medio en joda y medio en serio como “hagamos una canción que hable del faso”. Pero ahí esta la magia, es una idea que se refleja de alguna manera, no necesariamente explícita en la letra”.
Tomás: “Siempre hay algún guiño. Ya el hecho de que lo que fumamos de la planta es la flor es algo medio poético. En Bach también, decimos “desayuno las flores de ayer”. Es la imagen de alguien medio fisura, de esos días que te despertás arrepentido y revolvés un cenicero para buscar una tuca. Tal vezel porro es un disparador para esas imágenes que nos resultan accesibles entre nosotros, aunque después no sea todo parte de la letra”.
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Goyo: “También referimos al churrito de muchas otras maneras. Por ejemplo, seguimos a 420 personas en el Instagram y es una regla tácita entre nosotros: si tenemos que seguir a alguien más vemos qué podemos dejar de seguir que no nos aporte mucho, o alguna cuenta con la que hace mucho no tengamos contacto, pero el 420 se mantiene”.
¿Cómo una suerte de statement?
Goyo: “Sí. Tiene que ver con lo que decíamos: nosotros tocamos por todos lados, viajamos y llevamos toda nuestra energía, nuestro ímpetu, vivimos como una gran familia a donde sea que vayamos. Y somos unos fumones: así que si nos queremos fumar uno en el camarín lo hacemos, no es por trasgresores, es porque somos esto. Y no estamos haciendo nada malo”.
Esta larga conversación continúa. Puedes leer la nota completa en El Planteo.
Foto Nati Petri.