Nota por Lola Sasturain publicada originalmente en El Planteo. Más artículos por El Planteo en High Times en Español.
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Calu Rivero, hoy identificada como “Dignity”, conversa desde Argentina. Al momento de esta entrevista estaba en Buenos Aires. Hoy se encuentra viajando por su norte argentino natal. La actriz, modelo y experimentadora, como reza su bio de Instagram, sentía la pulsión en el cuerpo de ir a visitar a su abuela a su ciudad de origen: Recreo, en Catamarca. “Tengo ganas de volver a vivir mi pueblo como pueblo” cuenta Rivero. “Quiero estar, por lo menos, cuatro días y vivir todo: la siesta y la charla abajo del árbol”.
Y no, la siesta y la charla bajo el árbol no son parte de la cotidianeidad de Rivero hace casi una década. Aunque desde el Covid-19 algo cambió. Luego de años instalada en Nueva York, la pandemia la llevó a abandonar momentáneamente esa ciudad y hacer base en José Ignacio, Uruguay. “Había una urgencia de naturaleza y también de raíces, de reconectar con mi cultura”, explica. Su plan de vida, a partir de ahora, es hacer base en Corazonada, José Ignacio, y desde ahí moverse, teniendo la posibilidad de visitar su país más seguido y con menos esfuerzo.
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“Hacer planes ahora es muy distinto”, dice sobre la vida nómade en épocas de Covid-19. “Pero está bueno. Nos hace pensar mucho más en la forma en que nos queremos mover y hacia dónde”.
Hacía mucho que no pasaba tanto tiempo en Argentina y que se permitía descansar, compartir con sus seres queridos, frenar un poco y simplemente disfrutar del no hacer nada. Pero hace ya bastante tiempo que la actriz viene transitando este camino hacia la lentitud, hacia el disfrute y contra el acelere. No es por nada que hace muchísimo que no escuchamos nada de ella. Dignity no da notas ni se dirige directa ni abiertamente a la prensa hace tiempo. Tampoco se la pudo ver en ninguna serie, campaña publicitaria o acción comercial de alta rotación, al menos en el país.
“Ahora pienso en todas las cosas que hacíamos antes y no entiendo. No había posibilidad de escucha, de disfrute, era viajar todo el tiempo, ir de evento en evento, de reunión en reunión. Hoy me puse en el rol de experimentadora con mi propia vida”, cuenta.
Entonces, ¿en qué anda hoy Calu Rivero?
Dignidad Rebelde
Dignity, nacida Carla Rivero en 1987, se hizo conocida como it girl, cuando la palabra influencer todavía no existía y las redes sociales se limitaban a Facebook. Luego desarrolló una carrera como modelo, actriz y DJ. Tuvo varios éxitos como fueron Patito Feo, El Elegido y Dulce Amor, de la cual se bajó en el medio de una situación muy tortuosa que la vulneró como persona y que la llevó a alejarse de la actuación, su gran pasión. Su vida privada también siempre estuvo en boca de todos, pero en ese momento dijo “basta”. Fue así cómo, hace ya varios años, se mudó al exterior, bajó el perfil notablemente y se volcó a una vida centrada en la humanidad.
La actriz anunció su cambio de nombre artístico hace dos años. Y, recientemente, una de las pocas noticias que la incluyeron, se viralizó en las redes sociales una supuesta oficialización, en donde se veía la firma “Dignity” en su DNI.
Ella desmiente esa información; no tramitó el cambio de nombre, simplemente firmó como Dignity en su DNI uruguayo.
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“Pedí firmar como Dignity, di mis razones racionales [ríe] y me dejaron. Fue un momento muy lindo. Siento que son como actos psicomágicos a través de los que una se puede ir creando. Necesitaba crear una nueva persona y había algo que estaba aflorando y quería vivirlo. Y nada más lindo que poder permitirse en vida una transformación. El cambio es lo único constante en la vida”, reflexiona.
¿Y por qué Dignity?
Fue una palabra que le resonaba constantemente cuando comenzó a recoger los pedazos para construir quien quería ser de ahí en más. Hubo varios disparadores: hablar sobre ser dignos, dice, es algo que se escuchaba mucho en su casa cuando era pequeña. Y cuando decidió irse de Dulce Amor, quedándose sin trabajo, su psicólogo le dijo: “Te fuiste porque tu dignidad dijo ‘hasta acá’”.
Y un día, en Nueva York, se acercó a un centro de investigación que funcionaba de manera voluntaria, a partir de donaciones. Se quedó horas leyendo y en una hoja adentro de un libro, encontró un manuscrito: “Rebel Dignity”. Ahí, cuenta, su cuerpo se acordó de todo. Ese fue el momento en que Dignity apareció, primero como un juego y luego como la identidad que siente más auténtica.
“Estaba en otro país, así que era más fácil. Nadie me preguntaba por qué me cambié el nombre. Eso me gustó y lo que sentí fue otra vibración, me hacía sentir más liviana”, cuenta. “Todo termina siendo algo mayor. La dignidad personal, que está íntimamente relacionada al ‘no es no’. Una dignidad superior. Yo sigo investigando a Dignity, la sigo habitando a consciencia”.
El laboratorio de Dignity
Hoy el rol de experimentadora es el que más la representa. Pero, ¿qué significa eso?
“En un momento quería saber todo ya y demostrar que sabía todo, y después entendí que una aprende de la vida a medida que la va atravesando. Entonces, siento que nada más lindo que eso: permitirse experimentar. Yo hoy, por ejemplo, experimento mucho con los vínculos: nadie nos enseñó a vincularnos bien con nuestros xadres, con nuestros hermanxs, con otras mujeres. También experimento conmigo misma: me quedo dos días en silencio, o con la psilocibina. Llego a conocimientos nuevos a través del permitirme experimentar”, desarrolla.
Alejarse de lo público fue algo que Rivero habilitó gracias a esta experimentación consigo misma que tanto menciona. Permitirse cosas que antes le parecían impensables. “¿Qué es lo que realmente quiero? ¿Qué tengo adentro? Me permití esas pausas sin miedo, porque también hay toda una mentira alrededor de que si frenás un poco todo se cae. Pero yo me priorizo, y priorizo el disfrute”.
Dignity decidió tomarse un tiempo para entender qué era lo que le molestaba de la sobreexposición.“Tuve una necesidad de trascender mi yo”, explica.
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Se cansó de que su profesión fuese un constante mostrar, de trabajar de ser una imagen de sí misma, de tener que devolver como espejo lo que exigían las expectativas ajenas. Que se metieran en su vida personal, en sus decisiones privadas. “Se me hizo muy normal estar constantemente esperando la aprobación del otro. Entonces dije: ‘voy a dar las notas para mí, en las redes voy a ser yo misma’. Me cansé de sentir que todo el tiempo tenía que estar proclamando y definiéndome. Necesité parar para entender qué batalla quería dar”.
“Creo que no es un momento ni para definirse ni para generar desunión. La igualdad está en la desigualdad, no somos todos iguales: lo único que unifica es el amor”, declara.
Hongos mágicos
Dignity cree que la normalización de la psilocibina es “inminente”. “El alcohol es una droga y vos podés contar que te tomaste una copa de vino, o que te emborrachaste, y está todo bien. Y hay otras drogas que son mágicas”, dice, refiriéndose a los hongos. Los probó hace algunos años con fines recreativos, pero el asombro real llegó al consumirlos con objetivos de research, como parte de esta etapa de experimentación hacia adentro. “Algo que te ayuda a ver que está adentro, que está en tu inconsciente, es wow. Nuevamente, otra manera de experimentar tu propia presencia acá”.
Los hongos la ayudaron a poder ver con claridad: Dignity considera que la ayudaron a ser consciente del conocimiento ancestral que arrastraba desde generaciones pasadas. “Y para mi información es poder. Conectar con lo ancestral pero permitir que te sorprenda, y ver que hacer con eso. Creo que el ejercicio más importante que estoy haciendo ahora: poder avanzar sin poner mi propia opinión o juicio. Es el trabajo más difícil, ser honesta con una misma, alejándose de la culpa o de la lástima ”.
Así llegó a una experiencia trascendental que hoy le marca el camino: “Gracias a la psilocibina, entre otras cosas, empecé a entender mi propio vínculo con el ser mujer. ¿Por qué hay cosas que son tan claras, que nos pasan por el cuerpo y ni dudamos?”, se pregunta Dignity.
Cuestión de hábitos
Palabras que aparecen constantemente conversando con Rivero: experimentación, research (investigación, búsqueda), sanar, ser mujer y lado femenino. Estas preguntas y estos conceptos son los que marcan la actualidad de la actriz: sus proyectos, sus elecciones y sus hábitos.
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Todas las mañanas, Dignity escribe sus páginas matutinas. Una práctica similar a la de seguir un diario íntimo, donde se vuelcan al papel los primeros pensamientos que asaltan al despertar, sin ningún tipo de filtro, juicio o voluntad de ser leídos por nadie que no sea unx mismx. “Empezás a entender qué tenés adentro y a ser honesta con vos misma”, dice sobre esta práctica.
Las páginas matutinas la ayudan en este camino de mirar hacia adentro, combatiendo el miedo y sacudiéndose de encima los prejuicios. La meditación también la acompaña en su vida cotidiana.
Dignity cuenta que, al principio de esta jornada espiritual, pasó por una etapa de muchos rituales: levantarse a las 5 de la mañana, agradecer al sol, meterse al agua. Hoy intenta simplemente vivir prestando atención plena (mindfullness) hasta las cosas más pequeñas, sea pasar un rato con los seres queridos o mirar el techo: estar presente en el momento.
“La atención plena me cambió la vida”, explica la actriz sobre esta técnica que básicamente propone un enfoque meditativo ante la vida: concentración y foco en el aquí y ahora, sea la actividad que sea.
“Hoy hay muchas herramientas para que tengamos una vida más de autor, más artesanal”, reflexiona. “Se puede meditar, hacer respiraciones, comer mejor, leer, escuchar podcasts, ir a grupos… hay que encontrar lo que a cada una le hace mejor. Lo más importante es vivir plenamente. Nos olvidamos de la importancia de sentir goce en el cuerpo, y el cuerpo está diseñado para gozar”.
Desde ya que la artista sabe que goza de privilegios que la mayoría de las personas carecen y para poder desarrollar una vida espiritual primero es necesario tener las necesidades materiales cubiertas. Pero hay en Dignity, quien podría continuar viviendo una vida jetsetera de exposición y acumulación permanente, una voluntad de aflojar al materialismo y la superficialidad, conectar con lo simple y poner el foco en el propio cuerpo, en la vida interior y en la ayuda a otrxs.
Obviamente que la moda sigue siendo parte de su vida, y le encanta. Pero hoy se relaciona con la misma de otra manera. “Hace años que voy hacia una elección mucho más noble de lo que consumo, de los materiales, saber de dónde viene la prenda, dónde está hecha. Valoro muchísimo lo artesanal. Eso también tiene que ver con la dignidad personal en todo sentido”, explica. “La moda es parte de mí, me encanta y comunico mucho con lo que me pongo. Pero hace un tiempo que las prendas acompañen mi sentir y lo que quiero contar más que seguir modas”.
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Y en esta revolución de los hábitos, está intentando ejercitar la escucha. “Pensamos que escuchamos, pero no. Y conversar en vez de convencer. Es difícil, no querer imponer una postura. Peregrinas me ayudó mucho a ver que hay tantas maneras de ver la vida que no siempre tenés que dar una opinión: tal vez toca escuchar, tal vez toca el silencio. No siempre hay que meter el juicio de una y la opinión de una”.
Peregrinas 5.0
Si bien todavía trabaja con diseñadores y sigue volcada a lo artístico, Peregrinas es el proyecto en el que deja alma y corazón. Según cuenta Dignity, comenzó a gestarse como una sensación en el cuerpo dos años atrás. “Me gusta cuando las palabras se habitan: ‘nos tenemos’, ‘estoy para vos’, ‘te escucho, hermana’, son hermosas frases y cuando les ponés el cuerpo pasan cosas muy lindas”, dice. Surge de una necesidad interna de sanar y de amigarse con la feminidad, explica alguien que vivió por años de su imagen y cuya vida sentimental y amorosa siempre fue sujeto de escrutinio, de maneras no necesariamente felices. Esta necesidad de sanación no es casual.
“Me gusta ese concepto de citizen science (ciencia ciudadana). Está la academia, pero también está lo que pasa en la calle, lo que vos viviste y me lo contás, y yo sano con tu experiencia”, explica.
Cris Schwander, cordobesa y fundadora de la Universidad Siglo XXI fue su referente e inspiración. Junto a ella armaron el primer grupo de Peregrinas. “Yo hoy diría que Peregrinas es un movimiento”, dice Rivero. “Me encanta la palabra. Las peregrinas van en un camino y el único camino es hacia adentro”.
Hoy tiene forma de encuentros online, pero pronto se convertirá en un taller presencial. También darán conferencias. La idea es que, al igual que esta energía con la que buscan conectar, las formas que tome este movimiento vayan mutando y adaptándose a los requerimientos del momento. “La idea es conectar con esta energía femenina. Desde la información -Cris Schwander es académica, aclara Rivero- pero también desde el cuerpo”.
También ofrecen acompañamiento y consejo en cuestiones de alimentación, de hábitos, de ejercicios y de, precisamente, experimentación. No llama la atención que Calu, la experimentadora, esté a cargo de un área llamada ‘Mi cuerpo, mi laboratorio’. Pero más allá de estas cuestiones más técnicas, y si se quiere, de especialidad, Rivero destaca el gran quid de la cuestión: la empatía y la comunidad. “Al final lo que pasa con Peregrinas es que nos damos cuenta de que ‘¡hermana, nos pasa lo mismo, pero nadie habla!’”.
Otros proyectos en los que hoy trabaja son un podcast sobre estas temáticas y un documental que está escribiendo. “Todo lo tomo como un research. Es impresionante todo lo que estoy aprendiendo sobre mí, sobre el ser mujer, sobre el cuerpo”, dice.
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El documental será en primera persona y tendrá que ver con su búsqueda personal. “Soy muy autodidacta, me auto curo, me gusta mucho el ‘Elige tu propia aventura’, así que este documental tiene mucho que ver con esa mirada sobre la vida. Tiene que ver con lo que soy, con todas las preguntas que me hago y que me parece importante exponer”.
El 25 de octubre comienza un nuevo ciclo de Peregrinas donde harán hincapié en técnicas de bioenergética y TRE (trauma realase excersises – ejercicios para liberar el trauma) y Dignity invita con entusiasmo a sumarse. “Todas y todos tenemos esta llama y este hambre que nos conecta con el que sentimos que es nuestro propósito. Pero somos energía y, como toda energía, a veces se apaga. Las personas tenemos la obligación de encender esa llama en los otros”.
El objetivo es que Peregrinas crezca y que no sea sólo para mujeres, sino para cualquier persona que busque conectar con su energía femenina. “Mi papel como feminista no es pelear en contra del hombre o competir con él. Eso es fácil e improductivo. Mi papel sí es vivir plenamente como mujer, disfrutando todo y no teniendo que cancelar nada de lo que soy para encajar en un sistema”.
Fotos de cortesía.