‘Decir que Son Todos Chorros Sale de un Lugar de Privilegio’: Martín Rechimuzzi sobre Drogas, Política y Goce

ElPlanteo.com habló con el actor y humorista Martín Rechimuzzi sobre sus proyectos, las drogas, la política, el humor y la importancia del ocio.
Martín Rechimuzzi

Nota por Lola Sasturain publicada originalmente en El Planteo. Más artículos por El Planteo en High Times en Español.

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Algunxs seguro lo conozcan de Futurock, donde durante cuatro años condujo Furia Bebé, el exitoso programa que compartía con Malena Pichot y Señorita Bimbo. Otrxs por sus imitaciones de Patricia Bullrich en Instagram, y otrxs por sus videos como Randall López, el notero que da pie a la gente en la calle a decir barbaridades apelando al sentido común. Pero Martín Rechimuzzi se dio a conocer a través de las redes sociales, inicialmente por el placer de hacer reír a lxs amigues.

Hoy, Rechimuzzi está presentando un happening teatral semanal junto a Érica Rivas en el CC Konex y acaba de finalizar Saliendo que es Eléctrica, su programa de humor absurdo junto a Pepe Rosenblat, que salía por YouTube.

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Pero su mirada aguda y analítica no termina en lo laboral y el actor tiene mucho para reflexionar sobre la actualidad, sobre los lenguajes digitales, sobre el humor como fuerza política y, obvio, sobre el cannabis.

Rechimuzzi hoy

¿Qué pasa hoy acá? Se llama la obra que está llevando adelante todos los miércoles junto a Rivas. Un proyecto que pensaba ver la luz en el 2020 y que, por razones obvias, tuvo que esperar. Pero esa espera acabó por redefinir la sustancia del  happening, ya que el mismo tiende puentes entre dos épocas con un eje común: “Es una obra que recupera un poco la experiencia del Parakultural de principios de los ‘90. Ese es un ropaje que nos ponemos: esa estética y esa visión sobre el mundo.  Tratamos de vestir eso para hablar sobre este presente, las cosas que nos atraviesan a nosotres”, explica.

El espectáculo iba a comenzar en marzo del año pasado y el plot consistía en dos hermanas encerradas con un afuera hostil. Y fue exactamente lo que le pasó a la humanidad entera. Más que nunca, la realidad superó a la ficción.

“Era imposible que pudiéramos representarlo, pero nos quedó esa idea, sobre todo en el personaje de [Alejandro] Urdapilleta, que es quien más nos convoca, aunque yo, por una cuestión de edad, nunca lo haya visto en vivo. En cambio, Érica siempre fue una gran amiga de él. Entonces recupera un poco de ese vínculo”, cuenta.

Para el happening, entonces, decidieron tensionar un encierro literal, como es el de la pandemia, con otras clases de encierro: la prisión de los cuerpos, la prisión del tiempo y la prisión de las palabras.

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Es por elección que casi no hay material sobre el happening en Internet. Junto a la actriz, y por las condiciones de obra todavía abierta y en formación de la obra, decidieron no hacer ninguna movida de prensa y dejar que el contenido hable por sí solo a quienes se acerquen a verlo.

Sobre Rivas, actriz muy querida por la comunidad y muy recordada en su labor cómica en el personaje de María Elena Fuseneco en Casados con Hijos, solo puede deshacerse en elogios: “Érica es realmente muy lo más. No solo tiene una delicia en su paleta escénica, sino que es la persona más buena del mundo. Es un placer”, describe con admiración. Su amiga también aparece, desopilante siempre, en Saliendo que es Eléctrica.

Por su parte, Saliendo que es Eléctrica fue uno de los grandes éxitos web del verano. Con el programa, que se mete con todxs y de maneras bastante delirantes y casi surrealistas, buscaron investigar un poco de qué se trata en lenguaje de YouTube. Y explotar del mismo modo aquello que no se puede explotar por vías más tradicionales.https://www.youtube.com/embed/vaJXCWSpW5Y

“Sabemos que no es una plataforma nueva, pero sentimos que, en el último tiempo, se condensó más que nunca en un tipo de público y un tipo de escucha al que, al menos nosotros, no habíamos accedido con lo que hacíamos antes, habiendo trabajado en diversos medios. En YouTube estás condicionado por algunas directrices, pero te hacés cargo vos solo de lo que vos decís: sos responsable de decir lo que se te cantan las pelotas”, resume.

Y sí: su mensaje, siempre incómodo y crítico, es difícil de encuadrar en la línea editorial de los medios tradicionales.

El programa tiene una particularidad en su difusión: salía por streaming en vivo, los domingos a las 22 horas. Después quedaba colgado en YouTube, pero es sorprendente cuánta gente se prendió a seguirlo así, como si fuera un programa de TV que se espera durante toda la semana.

“Nos gustó recuperar esa tradición. Hay otro tipo de comunicación posibilitada por la vida digital masiva, donde nada viene a suponer una novedad al 100%. Creo que releva un poco a las culturas comunicacionales que nos anteceden y está bueno hacerse cargo de ese lugar. Los que tenemos treinta y pico acarreamos esa cultura anterior, pero la traemos a estos tiempos y a este presupuesto. Evoca a la tele, pero no tenemos ni una milésima parte de sus recursos”, explica el humorista.

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Saliendo que es Eléctrica fue un programa de verano, pero para concebirlo armaron una productora de estructura cooperativa: reciben donaciones y las reparten en partes iguales, con lo cual generaron una fuente de trabajo para amigues. Y la idea es sostenerlo. Aunque Rechimuzzi confiesa entre risas: “Me encantaría tomarme vacaciones ¡No te voy a mentir!”

Politólogo con peluca

Muy versátil, es un comunicador todoterreno que además de hacer reír a veces cumple un rol indudablemente periodístico. Pero él se siente principalmente actor. Más de la escuela de interpretar sus propios personajes o ideas conversadas con amigues que el actor clásico de método, pero actor al fin. “El enloquecimiento del actor lo tengo”, ríe.

Pero, académicamente, es politólogo. Y considera que esa mirada, ese lenguaje proveniente de las ciencias sociales, atraviesa todo lo que hace. Ese –cualquiera de sus seguidorxs puede notarlo- es su gran diferencial.

De más está decir que no ejerce de manera tradicional ninguna de sus dos profesiones: como actor siempre hizo personajes muy personales y metió sus flashes en canales de comunicación que, habitualmente, poco tenían que ver con lo actoral. Como politólogo, se dedicó a meter toda la data que maneja, siempre moldeada por sus convicciones políticas (peronistas y, más específicamente, de línea CFK), en estos canales atípicos y de maneras también atípicas.

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En el humor encontró el lenguaje más cómodo para poder expresar sus inquietudes. Porque, valga la redundancia, la inquietud es su estado natural: pocas certezas, la política vivida como un juego de tensiones y no de definiciones, pero con la convicción de ir hacia una dirección. Y para hablar de algo tan serio como este conflicto permanente que es la existencia política, nada mejor que la falta absoluta de seriedad.

“Cuando yo interpretaba esos personajes característicos del macrismo, había muchas cosas que me pasaban a mí, porque los personajes son siempre cristalizaciones de uno. Yo creo que, cuando asumió el macrismo, todes asumimos una especie de enloquecimiento colectivo, que todavía no está saldado”, explica.

“Con sus dificultades, veníamos de proyecto de una ampliación de derechos y de goce. A mí nunca me interesó la línea militante dura, pedagógica, de convencimiento. En ningún punto me interesan las definiciones consumadas. Siempre me situé en los márgenes”.

Si bien no le interesa bajar línea por el mero acto de bajar línea, no es de la escuela de joder con todes, con lxs que simpatiza y con lxs que no. Aunque a veces pueda meterse con los aspectos que le resultan conflictivos de sus propios referentes políticos. El suyo es un “humor politizado. Contrario a lo que identifica, por ejemplo, en el humor político que se hacía en los noventa.

Decir que son todos chorros no permite posibilidad de transformación y eso suele salir desde de un lugar de privilegio. Ese discurso en la sociedad vibra mucho e impide disputarle algo de sentido a la lógica de mercado. Y no digo que se trate de ir contra el mercado, eso es imposible y el peronismo tampoco lo hace, sino que por el contrario lo fortalece. Pero decir que son todos lo mismo es un lugar privilegiado, cómodo y, obviamente, comprometerse con ciertas figuras es un lugar de mucha incomodidad”, reflexiona.

La incomodidad lleva a la acción, afirma el actor. Y a él la acción que mejor le sale, en sus palabras, es ponerse una peluca y decir pavadas.

El porro en el humor y en la política

Fuma desde adolescente y de forma recreativa, para reírse. El año pasado dejó por unos meses porque no le estaba pegando tan bien y, cuando volvió, se acordó de lo bueno que estaba. “Tengo una relación muy libre, muy poco tóxica con el porro”, celebra.

Si unx, al reírse con los personajes de Rechimuzzi, piensa que sólo un fumón puede estar detrás, la respuesta es: sí. Pero, cuando sube al escenario, no fuma. “El escenario es una droga en sí misma, y me pegan mal las dos cosas” asegura.

El humor fumón, en gran parte, tiene un componente muy poco fumón: “Hay un aspecto del humor que es muy técnico, tiene que ver con ritmos y tiempos y palabras colocadas en ciertos momentos. Entonces el porro me estorba con eso”, describe.

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Pero para el programa sí que se fuman sus buenos porros. Y también para todo lo que es instancia previa, para escribir, para pensar y para el brainstorming: “Es una herramienta y hay que saber usarla. Hemos fumado muchísimo porro armando las obras y los programas”, recuerda.

Humor y porro es un tema inagotable. A Rechimuzzi, ¿qué lo hace morir de risa cuando está fumado?  La tele vieja, los videos de YouTube que encuentra el amigo con el que vive “que es la persona que encuentra los mejores videos del mundo”, responde.

Lo que le cuesta es reírse con cosas pensadas para hacer reír. “Cuando algo está pensado para hacer reír se me activa una cosa muy de laburo”, confiesa.

Martín Rechimuzzi

Considerando que la actualidad está cada día más complicada, con el mundo sumergido en una pandemia hace un año y más de la mitad del país está bajo la línea de pobreza, ¿considera Martín Rechimuzzi a la legalización del cannabis una prioridad política?

Sí, y no solo por las ganas de poder fumarse un porro tranquilo. Primero habla de lo medicinal: más allá de los casos concretos de salud física, como son los casos de epilepsia refractaria, Martín Rechimuzzi no cree que la distinción sea tan grande entre usos medicinales y los usos recreativos en lo que atañe a salud mental.

“Para mí también es una cuestión de salud poder fumarte un porro para bajar la ansiedad o para subir el estado de ánimo sin estar en contra de la ley por eso”, dice.

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Otro eje que vuelve la legalización urgente, considera, es la intersección entre discriminación y violencia policial: “Sería excelente que se legalice lo antes posible sobre todo porque, cuando yo lo hago, sé que no voy a tener ningún problema. Es urgente para que la gente deje de usarlo como excusa para volcar un poco más de violencia sobre el pibe, del barrio o de donde sea, que se está fumando un porro”.

Pero hilando un poco más fino, el problema está en el enfoque.

Rechimuzzi afirma que no hay consumos problemáticos per se, sino que lo que hay son realidades problemáticas. Y ese es el campo en el que el Estado debería accionar. “Sí, el derecho a fumarse un porro estaría buenísimo que se respete, pero también estaría buenísimo que haya información sobre las realidades estructurales de mucha gente que quizás termina en situaciones de consumo por la crudeza de esa realidad”, piensa.

Y sigue: “Abogo por estructuras más plurales, más abiertas, donde los flashes también estén acompañados por una construcción a largo plazo. No militar el placer inmediato en ningún caso, militarlo dentro de un goce, de una paleta de cosas que se suceden dentro de un orden de vida”.

¿Y otras sustancias? El humorista no les hace asco ni le da pudor hablar sobre ellas. Ha consumido bastantes cosas, pero sabe que no todas son lo mismo ni afectan de la misma manera. Su postura política sobre ellas es similar: información y un enfoque que tenga más que ver con la reducción de daños que con el punitivismo.

Las drogas naturales de características místicas le producen respeto. Lo mismo con las drogas recetadas y los psicofármacos. “Prefiero las químicas, por las posibilidades que pude sostener yo. Pero entiendo que no hay preceptos universales con esto”, dice.

Cuidarnos pero vernos

Rechimuzzi siente que el éxito de su obra junto a Rivas no solamente se debe a que son dos figuras muy queridas y a que la obra lo vale, sino que hay en la gente una necesidad imperiosa de reencontrarse con lo presencial. Algo parecido pasa con Saliendo que es Eléctrica: luego de un año tan raro, la rutina de ver algo a determinada hora y por determinada canal conecta a las personas con cierta clase de confort que hoy sentimos perdido.

A casi un año de la explosión del Covid-19, con la vacuna y ciertas mejoras en el horizonte pero sin certezas a largo plazo ni la perspectiva de un fin cercano, Rechimuzzi reflexiona: “El aislamiento es una forma que tenemos desde el Estado de cuidar o garantizar, en una sociedad tan desigual como la nuestra, una posibilidad de acceso a la salud más o menos justa en un estado de necesidad. Hubo que militar la cuarentena de una manera más o menos férrea, y ahí estuve obvio”. Esa medida le pareció, y le sigue pareciendo, el accionar correcto en tanto política pública.

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Pero con tanto tiempo transcurrido cree que hoy es válido pensar ciertas cuestiones tanto filosóficas como ontológicas que atañen a nuestra existencia. Y cree que el asunto se complejiza si hablamos de vínculos humanos. “También creo que es muy peligroso fomentar el normativismo y las conductas policías en una sociedad que durante el siglo veinte estuvo muy atravesada por esa ideología. Y creo que es peligroso incentivar a que la gente crea que tiene la potestad de que es válido señalar las conductas inapropiadas de los demás sin conocer sus realidades”, reflexiona.

Cree que militar el encierro en todo sentido es complicado: no entender las causas, no entender las otredades, en el suponer que ahí hay una clase de seguridad. Y que si bien hay que cuidarse y sobre todo cuidar al prójimo, esto conduce a la demonización del ocio.

El ocio, que tiene una pésima prensa, es un eje primordial de nuestras existenciasAhí se encuentra lo más parecido a lo que se nos narra como la vidaesa necesidad es imperiosa. Hay que cuidarla, sin volverse un tilingo que dice que ‘no pasa nada’, porque sí pasa, pero hay que cuidarla y atenderla”.

Fotos cortesía de Facu Suárez

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