Detective Cannábico: de los Cultivos Solidarios al Activismo Recreativo

¿Quién es el Detective Cannábico? ¿Qué hace y por qué lo hace? Julián Lemus Müller, le cuenta a ElPlanteo.com toda su historia, motivos, pasiones y más.
Detective Cannábico

Nota por Hernán Panessi publicada originalmente en El Planteo. Más artículos por El Planteo en High Times en Español.

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Cuando era pibe, allá en la fría provincia de Tierra del Fuego, Julián Lemus Müller ni se imaginaba qué le depararía la vida. En su barrio, en Ushuaia, había banditas de rock y circulaba el porro. Era 2009, eran otros tiempos.

Intempestivamente, en busca de nuevos horizontes, Julián encaró para Buenos Aires y ahí, en esta nueva geografía, su cabeza literalmente explotó: “Fue salir del pueblo y encontrarme con las Revista THC, con la Haze y con la 3ra Marcha Mundial de la Marihuana. Me tiré a la pileta de una”, cuenta Julián, hoy bautizado como Detective Cannábico.

Una vez en Buenos Aires, un compañero de pensión le convidó unas flores y aquel fue un momento irreversible: “Yo venía de fumar prensado. Esas flores literalmente me cambiaron”, recuerda.

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Empezó a indagar, a fumar más, mejor, distinto. Comenzó a descubrir que esa planta le hacía bien y que no solo se fumaba de forma ociosa sino que, además, podía destinarse para fines terapéuticos. Desde allí, un envión que aún resuena en el presente: Detective Cannábico se convirtió en uno de los primeros cultivadores solidarios del país.

Pero vamos más despacio y vamos de a poco.

De padres médicos, en su casa arrastraban algunos preconceptos. Por eso, Julián se decidió por “ganar” esa batalla familiar. ¿Cómo? Brindándoles información, aportándoles el costado medicinal. Se acercó a Chirri Willy, del grow shop Canuto Cañete, y él le giró el libro “Cannabis para la salud”, del norteamericano Chris Conrad.

“Sentía que lo medicinal era la batalla que podía ganar con mi familia”, insiste.

Y, finalmente, lo logró.

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Colgó los botines

Antes de antes, Lemus Müller se desempeñaba como futbolista. Jugó en Villa San Carlos, en la B Metropolitana. Más tarde, en 2011, se calzó los botines y su planta y terminó recalando en Liniers de Bahía Blanca. “Entrenaba con la primera y jugaba en reserva”, detalla.

Tiempo después, en 2013, le dieron ganas de volver a La Plata y emprender un nuevo viaje, ahora 100% acompañado por el cannabis.

Colgó los botines, se puso a investigar sobre aceite medicinal y, después de profundizar su conocimiento, terminó produciendo una buena cantidad que le cedió a una amiga de su hermana que tenía glaucoma. “Le cambió la vida”, suma. “Y nunca la conocí personalmente”.

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Este cambio radical –de la pelota a las plantas- también le proporcionó una nueva perspectiva laboral: abrió La Colina, un grow shop que ya lleva más de 8 años. Desde ahí, Julián empezó a tejer una militancia doméstica, uno a uno, vecino por vecino, platense por platense.

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Primer taller de cultivo en La Plata, 2013

El cultivo solidario

“Ayudar me hizo sentir una satisfacción personal enorme. Me di cuenta que podía salvarle la vida a otra persona”, recuerda.

Así las cosas, en 2014 se topó con una entrevista publicada en el diario El Día, de La Plata. Ahí, el Dr. Marcelo Morante hablaba sobre cannabis medicinal. “Un médico exponiéndose; en algún punto, es como yo”, pensó.

Un amigo le sugirió que se contacte con él. Enseguida, fue ante sus viejos y, con la entrevista de Morante en la mano, les espetó lo que tenía atragantado desde hacía tiempo: “¿Ven que no estoy en gilada?”

Tras una reunión, Morante y Lemus Müller conformaron una especie de sociedad: el médico sugeriría tratamientos con cannabis medicinal y el cultivador podía proveer todo ese material.

“Vamos de a poco”, le dijo Morante.

Y fueron de a poco.

Ahí conoció al Mago René Hernando, el primero de los pacientes de Morante que iba a someterse a un tratamiento vía cannabis medicinal. Mago René Hernando tenía Parkinson y, en cada visita a su médico, se trataba con un vaporizador. “Todo eso era impensado”, reconoce Lemus Müller a la distancia.

¿Por qué quisiste ayudar de esta manera?

—Me gustaba hacerlo por amor. Yo lo quería hacer por amor a la planta y por los pacientes. Y porque, además, quería que se aceptara en la sociedad. Ese siempre fue mi objetivo: la aceptación social.

A partir de estas experiencias, el Dr. Marcelo Morante empezó a insistir públicamente con el concepto de cultivadores solidarios.

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Post primera vaporización con los primeros pacientes en consultorios del Instituto Médico Platense. // Izq. a der.: Carlos, Ester, Dr. Morante, el Mago René y Julián.

Cultivadores Solidarios Argentinos

A partir de los progresos que presentaron los pacientes de Morante, la responsabilidad fue creciendo más y más. “Marcelo me mandaba cada vez más pacientes, unos 5 o 10 pacientes por día. Y cada vez se me dificultaba más regalar. Hasta que en un momento me desbordé”.

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Entretanto, Lemus Müller recurrió a un grupo de amigos que cultivaba con metodologías parecidas a la suya. Así, pudo nuclear a un convoy de amigos cultiveta.

Formalizamos el cultivo solidario: gente que cosecha para sí misma y que siempre tiene un excedente para hacer aceite o para regalar a otra persona”.

De 2014 a 2017 la idea se expandió: esa noción de cultivadores solidarios trascendió personas, agrupaciones políticas, todo, todo, todo. “De ser delincuentes pasamos a ser ángeles”, bromea.

La inspiración: Rick Simpson

Emulando los pasos de Rick Simpson, el activista y paciente de cáncer canadiense que recopiló una receta milenaria del extracto de cannabis con alcohol y la regaló a cuanta persona se cruzara, Lemus Müller también obsequió –siempre, siempre, siempre- todo el aceite que pudo.

Dato importantísimo: las siglas RSO, usadas con frecuencia en el mundo del cannabis medicinal, refieren a “Rick Simpson Oil”.

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Primer taller de cannabis dentro del Hospital Roffo, Buenos Aires, 2016

Rick Simpson regaló medicina para que más gente, además de él, se pudiera salvar. Este tipo es un revolucionario. El Estado canadiense lo quiso meter preso por regalar su medicina. Yo siempre quise hacer lo que hizo Rick Simpson pero en Argentina. Mejoramos un poco el extracto, lo hicimos con alcohol destilado de cereal o de consumo humano”.

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De esa experiencia, un cambio de planes: Morante y Lemus Müller dejaron de administrar dosis a través de vaporizadores y comenzaron a hacerlo con goteros.

“Históricamente, la sociedad tuvo a la gotita como una medicina”, dijo Morante. Así, resolvieron el problema de la dosificación y, más adelante, post 2015, identificaron las distintas concentraciones de THC y CBD.

Proyecto de investigación en La Plata

Con afán de progresar, Morante y Lemus Müller quisieron darle un marco científico a la investigación que llevaban adelante desde la clandestinidad. “Hablamos de salud, no es joda. Tiene que ser lo más serio posible”, aclara. Por eso, enseguida se acercaron a la facultad platense y comenzaron las reuniones con los distintos responsables.

“Necesitamos organizar cromatográficamente cuáles son los contenidos de cannabinoides que están consumiendo los pacientes”, le sugirió Julián al director de Ciencias Exactas. “¡Me encantó!”, le respondió éste.

De esta yunta llegaron las primeras muestras cromatográficas de Argentina para analizar el THC y el CBD.

Lemus Müller se entrometió en el proyecto, conectó a diversos miembros de la comunidad y, hacia adentro, enseñó diversas maneras de hacer extractos. El proyecto de investigación fue conocido como “Cannabis y Salud”.

Mamá Cultiva

La aparición de Mamá Cultiva fue muy importante para el progreso. Ahí los cultivadores cumplen un rol fundamental. Porque las madres pusieron la caripela, el debate y llevaron adelante los cultivos. Y los cultivadores ayudaron a esas madres: les regalaron sus primeras semillas, sus primeros aceites”.

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En tanto, el trabajo de las madres y los cultivadores fue mancomunándose y generó un nuevo estado de situación: “Se hizo visible una necesidad legítima en la que no hay un solo eslabón. Ahí están Mamá Cultiva, los cultivadores solidarios, los médicos y los pacientes. Y sin ese conjunto, no se generaba la mesa para sostener esto”.

Esto: entre otras cosas, la demanda por una ley que los ampare, que los saque de la clandestinidad, que les dé garantías y acceso a la salud.

Volumen de discusión

Lemus Müller siguió moviéndose y terminó convirtiéndose en el nexo entre los distintos exponentes nacionales que terminaron dándole volumen a la discusión. Esa discusión que, en parte, terminó materializándose en la sanción de la Ley 27.350, la primera ley de cannabis medicinal del país.

Poco a poco, el cultivador colaboró para armar una cadena que comprendiera la discusión universitaria, la creación de seminarios y la exposición en congresos en la Cámara de Diputados de La Plata y de la Nación.

“Esa la ley terminó siendo un parche. Nació vieja. No le estaba solucionando el problema a nadie. ¿Por qué? Porque sigue habiendo presos, siguieron los productos adulterados, los pacientes estafados, las personas continúan sin entender qué pueden hacer y qué no pueden”.

—Entonces, ¿qué significó para este escenario la resolución del Decreto 883/2020 publicado en el Boletín Oficial?

—Que el mundo está plantando cannabis y que Argentina no puede ser excepción. Uruguay ha intentando solucionarle el problema a la sociedad. Espero que en Argentina se busque el beneficio de la gente. Hay que buscar no solo en el egoísmo de salvarse uno y pensar en las necesidades, sino en aquello que necesita una solución. En principio, me parece un gran avance.

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Disertantes del 1er seminario de Ushuaia. // Izq. a der.: Sebastián Basalo, director Revista THC; María Zar, 1er autorizada en Argentina a cultivar; Juez Mario Juliano; Julián, cultivador solidario; Médica del Hospital Roffo.

Su nuevo objetivo: el recreativo

Por estos días, enfundado bajo el alias de Detective Cannábico, Julián aboga por la aceptación del uso recreativo del cannabis.

Lo explica: “Así como se logró avances con lo medicinal, con información y buenos ejemplos, las cosas llegan. Todavía hay gente que está cerrada. Hoy tengo la posibilidad de fumarme un porro delante de mi viejo. El problema es cuando me fumo 10 porros. Cuando fumo moderado y ve que hago mis cosas bien, no me dice nada. Hay que predicar con el ejemplo”.

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Después de 2017, Detective Cannábico, su personaje, que pulula entre Instagram, Twitch y YouTube, baja data sobre buenas prácticas de cultivo y sobre elaboración de aceites medicinales. “Yo, siendo una persona común y corriente, me comprometí”, dice.

E insiste: “Hace falta información y buenos ejemplos”.

—¿Y cuál es tu objetivo máximo con todo esto?

—Ojalá le podamos dejar algo mejor a nuestros hijos. Siempre sueño que vamos a poder dejar un mundo mejor para los que vienen.

Fotos: Cortesía de Julián Lemus Müller

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