Nota por Hernán Panessi publicada originalmente en El Planteo. Más artículos por El Planteo en High Times en Español.
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Si bien el sexo reconfiguró su lugar en la sociedad moderna y ganó una poderosa centralidad, poco se habla sobre erecciones: firmes, blandas, químicas, tibias, rígidas como el hierro, suaves como la seda. Y, menos aún, sobre erecciones y cannabis. ¿Será que algunos tópicos de la sexualidad quedaron vedados al territorio del tabú?
Ahora bien, ¿cómo se llevan la marihuana y la erección?
El consumo de cannabis y su relación o injerencia en el sexo data desde hace mucho, mucho tiempo.
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De hecho, hay antecedentes y pruebas de que existen escritos de hace 2 milenos a.C. llamados “Vedas” (literalmente “conocimiento”, en sánscrito; una colección de himnos y cantos rituales pertenecientes a las religiones védicas, antecedentes del hinduismo) en los que ya se nombraba la relación entre el sexo y el cannabis en distintos escenarios ritualísticos.
Los primeros pasos
Penes erguidos, penes fláccidos, penes cannábicos. La evidencia científica disponible al día de la fecha también data de hace tiempo atrás.
Los primeros estudios se iniciaron en la década del ’70 dentro de un contexto prohibicionista y conservador propio de su tiempo. Si bien por allí asomaba la punta del ovillo de la gran revolución sexual, este escenario impedía y obstaculizaba la obtención de datos y, por ende, una conclusión certera de los estudios.
Por eso, entonces, los resultados iniciáticos no resultan concluyentes. Y menos a ojos actuales.
“El método utilizado generalmente era la obtención de datos a través de las encuestas, en donde se determinó que la relación entre sexo y marihuana genera una sensación subjetiva de aumento de placer, aumento de sensibilidad, disminución de ansiedad, lo que provocaría una mayor liberación y, consecuentemente, generaría orgasmos más prolongados”, asegura a El Planteo el médico psiquiatra Leandro Máximo Chiale.
Adiós prejuicios
Pero la cosa cambió, la sociedad fue dejando atrás sus prejuicios y la comunidad científica fue interpretando su época con mayor soltura.
Incluso, hay estudios publicados en los ’90 en la revista científica Journal of Medicine, de la Universidad de Stanford, en donde se determinó que “en consumidores crónicos de cannabis se generaría un aumento de la frecuencia sexual y un aumento de la calidad del sexo por orgasmos prolongados”.
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Sin embargo, existe una evidencia ligada a la desinhibición y al aumento de frecuencia “cuya exposición a conductas sexuales de riesgo aumenta las posibilidades de contraer enfermedades de transmisión sexual y de provocar embarazos no deseados”.
Por caso, no hay de qué alarmarse: todos estos datos están estrechamente vinculados a la cantidad, a la variedad, a la frecuencia de administración y a su vía de consumo. Y al cuidado. O a su falta.
Disfunción eréctil y alteración de la fertilidad
Pero, ¿qué pasa con la marihuana y la erección?
“En 2004 salió un estudio que revelaba que, si bien en el uso agudo podría influir en un mejor acto sexual por aumento de sensibilidad y efectos vasodilatadores de los cannabinoides, el uso crónico y prolongado en hombres generaría disfunción eréctil y alteración de la fertilidad”, advierte Chiale, quien forma parte del staff médico de la clínica Conectar Med y su formación está especializada en endocannabinología.
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“La principal vía de administración es la inhalatoria ‘fumada’, por ende se genera un desgaste y alteración del endotelio de las estructuras vasculares responsables de la erección por la combustión e inhalación de monóxido de carbono, entre otras sustancias”, suma Chiale.
Y sigue: “Además, generaría un hipogonadismo por varias causas: disminución de la expresión de los receptores de las células gonadotropas en la hipófisis, generando una disminución de la secreción de testosteronas por las gónadas, y en la función que tiene esta hormona. ¿Cuál es? La alteración del esperma en cantidad y estructura, generando oligospermia (impacto negativo en la fertilidad) y la disminución de la libido (energía sexual y disfunción eréctil consecuente)”.
¡Uy! ¿Y ahora qué hacemos?
Marihuana y erección: cada pene es un mundo
¿Será que toda experiencia masculina entre el sexo y la marihuana es necesariamente negativa? ¿¡Qué!? No, para nada, ni cerca. Chillax.
Una administración controlada, honesta y consciente debería bastar para que las experiencias sean positivas, razonables y, por qué no, extáticas y profundamente sensitivas.
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De hecho, haciendo close-up sobre la alteración de las funciones hormonales, Chiale afirma que “existe un estudio científico australiano de 2010 que, si bien valida los efectos adversos del consumo crónico de cannabis, los identifica como ‘reversibles y temporales’”.
Vamos de nuevo: hablamos de consumo crónico… ¡Crónico!
“Con el cese del consumo volveríamos a tener un equilibro de la alteración mencionada”, avisa el psiquiatra.
Y si cada cuerpo es un mundo, cada experiencia es un cosmos.
“Deberíamos asumir que el cannabis impacta en la actividad y la salud sexual, y aceptar y recordar que cada usuario tiene experiencias distintas mediadas no sólo por la cantidad, frecuencia y variedad de consumo, sino también por el contexto espacial, temporal y psíquico en el que se encuentra inmerso en esos momentos”, cierra Chiale.
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