Nota por Hernán Panessi y Wagner Bordin publicada originalmente en El Planteo. Más artículos por El Planteo en High Times en Español.
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Por estos días, unos llamativos carteles irrumpieron sobre las calles de Recife, la capital del estado de Pernambuco, al nordeste de Brasil: “¡Legaliza! Remedio, trabajo e ingreso para quien lo necesite”. Y al costado, la sonrisa barbuda de Iván Moraes, activista cannábico y concejal por el Partido Socialismo y Libertad (PSOL). Con su gesto, subió la temperatura de la opinión pública y generó un revuelo doméstico.
“Comprendo la legalización de la marihuana y los cambios en las políticas prohibicionistas como una pauta central de los derechos humanos”, cuenta Moraes en exclusiva a El Planteo y Weederia desde su oficina en Recife.
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Con 20 años de militancia por los derechos humanos, Moraes está acostumbrado a dar discusiones en todos los ámbitos posibles. “La prohibición dio resultados muy negativos para la mayoría de la sociedad”, dice el concejal, haciendo hincapié en la criminalización de los usuarios de cannabis y en lo reciente de la prohibición.
“Ya van como 3000 años de maconha y menos de 100 de prohibición. En nuestro país ocurrió en la década del 30”, señala.
Una vida de luchas
En su formación profesional, Moraes cuenta con una vasta carrera como periodista desde donde promovió la libertad de expresión, las libertades individuales y los derechos humanos. De esta forma, se acercó a tres luchas: el derecho de las mujeres al aborto, la creación de una ley de medios y la promoción de una nueva ley de drogas.
Bajo esos tres verticales, Moraes se incorporó a la política sabiendo que, de fondo, las luchas son de quienes las llevan adelante y no de la política en sí. Como en el caso de la Marcha de la Marihuana en Brasil, que el concejal se encargó de fomentar y promocionar desde el principio.
“Yo soy uno más que contribuyo con la lucha. Los grandes protagonistas son las organizaciones. Yo termino mi mandato como concejal, pero las organizaciones van a seguir”.
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Hace falta coraje
Entretanto, desde su lugar como activista y político, Moraes advierte la demanda de las familias y de los usuarios que piden por la legalización total del cannabis de uso medicinal. “Con los carteles busqué causar un impacto. La criminalización de la planta nos trae un problema político y social muy grande. ¿Qué falta para avanzar? Yo diría que coraje”, embiste.
En Brasil, las modificaciones de la Ley de Drogas permiten a usuarios autorizados conseguir su medicina. ¿Cómo? Con el aval oficial para el cultivo o bien en dispensarios. No obstante, cualquier aceite no baja de los R$ 2000 reales (poco más de u$s 400 dólares) y todos los procesos de adquisición pasan por un tendal de burocracias, abogados y jueces.
A través de ordenanzas de Anvisa (la agencia reguladora de salud brasileña), los usuarios autorizados pueden obtener sus medicamentos. ¿De qué manera? Con un habeas corpus de cultivo, a través de importaciones autorizadas, vía asociaciones o en farmacias.
Por caso, en las farmacias hay pocas opciones disponibles y los precios rondan los R$ 2.000 reales (poco más de u$s 200). Para realizar la importación, el precio -con envío- se acerca a los R$1.000 reales, casi el valor del salario mínimo brasileño: R$ 1.212,00, unos u$s 240 dólares.
Desde ahí, el reclamo de Moraes, que aboga por la posibilidad de que Pernambuco, un estado de mucho sol y mucha agua (clima perfecto para el cultivo), pueda albergar plantaciones de cannabis que abastezcan las necesidades de sus habitantes sin necesidad de importar la planta. Y, de esta manera, bajar los costos y, además, aportar mano de obra local.
De la pirotecnia pública a los comentarios positivos
En ese sentido, el PSOL viene discutiendo desde hace tiempo su perspectiva con respecto al cannabis. “No tuve ningún problema con los miembros de mi partido, pero en Brasil hay una parte de la sociedad que acompaña a la política más conservadora”, analiza Moraes.
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“Algunos aprovecharon para aparecer y promoverse. Quieren causar conflicto. La ultraderecha suele funcionar igual en todo el mundo: encuentran un enemigo, en este caso la planta, y buscan ser combativos. Muchos políticos quieren ser electos aprovechando este caso para hacer pirotécnica pública”, continúa.
De hecho, en la semana en que Moraes abogó por la legalización, algunos miembros de la cámara elevaron un petitorio que pedía un repudio a su persona. “Nunca en Recife se aprobó un repudio a otro concejal. Hubo mucha gente que se aprovechó de la situación”, describe.
Sin embargo, el concejal del PSOL no se siente atacado personalmente, sino que divisa que aquella embestida tuvo que ver con objetivos electorales. “Tengo mucha tranquilidad porque estoy en el lado correcto de las cosas”.
Y en sus redes sociales, una inmensa mayoría de comentarios positivos invadieron sus posteos. “Creo que la población brasilera está preparada para tener esta discusión. La favela está lista. La universidad está lista. Las personas quieren que se dé este debate, están interesadas en ello”, explica.
La sociedad está preparada para la discusión
A la sazón, mientras espera por el tratamiento legislativo de una nueva Ley Federal de Drogas, Moraes junto a diversos actores sociales, científicos y civiles armó un dossier de marihuana medicinal. Se trata de un trabajo extenso que democratizará información médica, data sobre profesionales de la salud y argumentos varios.
“Pedimos que la alcaldía forme a sus cuadros médicos para que puedan recetar marihuana medicinal. Y quiero que ese programa salga ahora. Aquí tenemos laboratorios y tenemos territorios que usamos para caña de azúcar y que podrían usarse, también, para plantar medicina. Hoy, con la ley que existe, los laboratorios no pueden producir. Lo que sobra, puede ir para cosméticos, champús y jabones. Y lo que no da para eso, puede destinarse a productos de fibra. Es un plan perfecto”.
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—¿Y qué falta para que avance la discusión en torno al cannabis?
—Existe una clase política que asume que la población es conservadora, que no está preparada. Los políticos encuentran que pueden perder votos. La población quiere debatir, quiere remedios. No es que la población no quiere discutir, es que a los gobernantes les falta ese coraje. Están amarrados en el conservadurismo. Por otro lado, existe en Brasil un grupo, que no es tan grande, pero sí muy barullero: los políticos conservadores, bolsonaristas de extrema derecha, que divulgan noticias falsas. Así se hace difícil.
—Para encontrar el éxito, la política debe llegar a cierta concordia. ¿Cómo se discute con la oposición en un tema que genera tanta polarización y en el que hay posiciones tan definidas?
—Yo discuto con la oposición con mucho placer. Milito hace 20 años y llevo 6 como político. Es mi día a día. Con los políticos que no quieren discutir, aquellos que sólo quieren aparecer, yo no discuto. Sí aprovecho las oportunidades que me dan y gusto de discutir. “¿Vos conocés a alguien que haga uso abusivo de cualquier sustancia?”, les digo.“Conozco”, me responden, porque todo el mundo conoce a alguien en esa situación. “¿Te gustaría que esa persona fuese presa o terminara muerta? ¿O preferirías que esté cuidada?”, retruco.“Cuidada”, me dicen. Bueno, con la ley que hay, van presas o pueden terminar muertas. Si querés cuidar, ¿cómo vas a criminalizar?
La política como misión
Así, Moraes promueve una nueva política de drogas donde los usuarios problemáticos no vayan presos, sino que su vida mejore. ¿Cómo? Con reducción de daños y la promoción de centros de acompañamiento, entre otras cuestiones.
“Los conservadores hablan de presos. Y no están presos por la maconha, están presos porque está prohibida. Es una planta. No hay que tenerle miedo”, describe.
Y en un año electoral, Iván Moraes, quien ya lleva dos períodos como concejal y apoyará a Lula Da Silva en las presidenciales (“¡Fuera Bolsonaro!”, insiste una y otra vez), va ahora por un lugar como diputado estatal.
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“En la política no se puede hacer carrera, tiene que ser una misión. Yo no soy concejal o, si todo sale bien, diputado. Yo soy padre, comunicador, activista y defensor de los derechos humanos”, concluye.
Fotos cortesía de Iván Moraes