Lion Rolling Circus: la Marca Argentina Independiente que Revolucionó el Mercado de Artículos para Fumadores

El creador de Lion Rolling Circus, la marca argentina de parafernalia para fumar, le cuenta a ElPlanteo.com la loca historia de cómo llegó a triunfar en 35 países.
Lion Rolling Circus

Nota por Hernán Panessi publicada originalmente en El Planteo. Más artículos por El Planteo en High Times en Español.

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“El circo nunca cae mal”, avisa rápido Fede Budasoff, responsable de Lion Rolling Circus, marca dedicada a comercializar artículos para fumadores.

De chico, Fede tuvo un mambo muy fuerte con el circo. Todos los domingos, su abuelo lo llevaba infaltablemente. Se vestían, se preparaban, lo ansiaban: era su acontecimiento especial. Hoy, a su modo, ese recuerdo está impreso en su marca. Y lo hizo crecer, ensanchando un universo referencial, dándole una nueva forma a la imaginación.

Cuenta la leyenda que, después de un viaje de mochilero por Europa, Asia y África, Fede regresó al país con la idea de vender papel para armar cigarrillos. “En Holanda usé unas sedas king size que acá ni existían”.

Corría el año 1993 y, trabajando como cadete, se envalentonó y mandó faxes para todo el mundo. No esperaba nada, pero alguien, del otro lado del planeta, se interesó en su propuesta. Le respondieron desde Rizla, una de las empresas líderes del sector. Así, vendió su bajo y, junto con un amigo, quemaron unos ahorros y empezaron a traer papeles al país.

“Salía a vender con la moto. Las viejas se pensaban que vendía droga”, recuerda.

Los años maravillosos

Más tarde, durante 1998, tras un viaje por Estados Unidos, se trajo consigo una línea de papeles alucinantes, con sabores, alambres, innovación. “Una cosa llevó a la otra y me fui formando como emprendedor”.

Vinieron años de remarla, de continuar yendo con su motito de acá para allá. Comenzó a incorporar gente, a hacer crecer su proyecto.

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“Inconscientemente me di cuenta que siempre fui haciendo cultura cannábica. Yo no quería competir con las marcas que estaban acá, quería que la gente fumara mejor”.

Con el cambio de paradigma de consumo (adiós, prensado), su público empezó a refinar el paladar y a sumarse a esta mejora conceptual.

Así, Fede, que empezó con Fumanchú y enseguida creó Lion, supo que, con esfuerzo e ideas, podía convertirse en uno de los referentes del sector.

Pero no fue rápido, ni mucho menos fácil.

Siempre que llovió, paró

“Las dos primeras fabricaciones me las hicieron sin pegamento. Me fue imposible darla vuelta”, afirma.

Hasta que en 2006, por una pirueta del destino, la primera tanda oficial de Lion Paper terminó en manos de un canadiense. Ese canadiense llevó el embarque a Nueva York y, ahí, exactamente ahí, en una tienda cualquiera, una de las máximas autoridades de OCB ve los papeles y dice que no, que no puede ser, que Lion Paper los estaba copiando.

Por inspirarse libremente en los famosísimos OCB negros, Fede se comió un juicio internacional.

Luego de una mediación, desde OCB le propusieron bajarle el nivel al conflicto si, a cambio, Fede destruía todo el producto que ya tenía fabricado. La historia dice que no lo destruyó y que todo ese cargamento terminó en la Amazonía brasilera pero eso, ahora, no importa tanto.

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Lo que sí importa es que, para crecer, el proyecto debía tener una vuelta de tuerca. “¡Vamos a armar algo distinto!”, pensó Fede. Fue entonces que, junto con su amigo Martín Donato, que en ese momento era kiosquero y estaba comenzando en el mundo de la publicidad, llevaron todo un paso más allá.

Ahí nació oficialmente Lion Rolling Circus: conservando el “Lion” original y sumándole “Rolling”, por los Stones, y “Circus”, por su histórica devoción circense.

“Vamos a cambiar todo”, dijo.

En 2008 registró la marca y tejió lazos con una fábrica de República Dominicana a la que le compró los toquitos de papel sueltos. En el garaje de su casa, Fede armaba los paquetes. Uno por uno. Uno por uno. Uno por uno.

“Algo imposible de pensar ahora”, desliza.

La vida es un circo

Para 2010, Lion Rolling Circus sumó a su imaginario una serie de personajes que formarían parte del staff visual permanente de la marca: unos freaks, unos personajes de circo que convirtieron a una marca de artículos para fumadores en un imán de máxima carga. “Hay una jugada de business que, sin ser de marketing, me salió bien”.

Hoy, el universo de Lion Rolling Circus tiene fanáticos alrededor del mundo.

Todo arrancó con el diseño de los personajes y, con el tiempo, esos “fenómenos” fueron ganando entidad, complejidad e historia. Sin saberlo, como le pasó a Marvel o DC Comics, Fede armó el lionrollingcircusverse.

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Enseguida, llegaron muñecos tipo bobble head (si los ves, los querés), merchandising, indumentaria, toallas… todo en base a los personajes. “Se convirtieron en una crew, en una especie de banda de rock”.

Lion Rolling Circus
Bobbleheads

Así las cosas, en 2013, el dueño de Blunt Wrap vino al país en su avión particular para juntarse con Fede y, a partir de ahí, armar un vínculo con base en República Dominicana. “Ahí empezó a industrializarse nuestro producto, porque él vino con la idea de armar allá una fabriquita de papeles”.

Con el crecimiento del volumen, la marca debía instalarse aún más en el mercado. Para eso, Fede advirtió que la mejor manera de hacerlo sería visitando ferias cannábicas de acá, de allá y de todos lados.

Independiente y global

En 2015, viajó a Denver, Estados Unidos, junto con su prima (no, Fede no sabía una sola palabra de inglés y ella fue quien hizo las veces de traductora) y, si bien perdió dinero, supo que estaba encontrando el camino: relaciones, perfil internacional, público objetivo.

“Vendí mi casa para poder pagar todas estas cosas”, asegura sin ponerse colorado.

Hubo un riesgo, sí, pero la jugada le salió perfecta.

Pasó por Expo Weed de Chile, por Espannabis de Barcelona y por muchas, muchas ferias más. “Me di cuenta que el producto generaba mucho fanatismo. De hecho, hay más de 100 personas que tienen tatuajes de los personajes. Es increíble todo lo que generó la marca”, sorprende.

Lion Rolling Circus
Intertabac, Alemania, 2019

Entretanto, con un espíritu de guerrilla, fue colándose en los stands de todas las ferias habidas y por haber y, en consecuencia, a instalarse en el imaginario colectivo. Lion Rolling Circus, Lion Rolling Circus, Lion Rolling Circus.

Explotó en Brasil, detonó en México y ya está entrando en Estados Unidos.

Entre sus próximos proyectos, la marca está por publicar un libro con la historia completa de todos los personajes del verse circense. “Hicimos un libro-objeto de primera categoría”.

Además, acaban de sacar una línea exclusiva junto con el trapero argentino Duki, que consta de papeles, filtros, bandejas y una figura exquisita.

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Con casi 25 años de trabajo en el rubro, ¿cómo sigue esta aventura?

—Estamos en 35 países del mundo. Pensá que antes nos sacaban a patadas de los kioscos y hoy estoy por sacar mi carnet de cultivador. Cambió mucho todo. Estamos entrando en Estados Unidos y la marca está gustando mucho. Todo lo que pasa allá repercute en muchos lugares. Y después se hace como un efecto contagio.

¿Y cuál es tu objetivo máximo con Lion Rolling Circus?

Quiero convertirla en la sexta marca mundial detrás de OCB, Smoking, Rizla, Gizeh y Raw. Estoy luchando por ese objetivo. Quiero que mi marca, que está laburada por un equipo argentino, entre en esa liga. Siendo una marca independiente, sin inversores ni socios, nos metimos en el mundo cannábico en el exterior. Y la marca salió de acá, chabón. No sé adónde va a ir esto porque todo es ridículo. Somos los primeros que le metimos arte a una marca de papel. Me convertí en un fanático de lo que hago. No vamos atrás de la guita, vamos atrás de la idea. Y la idea trae guita.

Fotos cortesía de Fede Budasoff

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