Mecha: su Pasado Nerd, la Crudeza del Under y la Ambición por la FMS

ElPlanteo.com entrevista a Mecha, uno de los MCs más importantes del país y serio candidato a llevarse la FMS, la liga de freestyle argentino.
Mecha

Nota por Hernán Panessi publicada originalmente en El Planteo. Más artículos por El Planteo en High Times en Español.

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Thomas Nahuel Antonelli tenía 13 años cuando se cruzó en Internet con un tema de Nach, el rapero español. “Fue mi primera relación con el rap y no me acuerdo ni cómo llegué”, dice. Por esos días, pasaba sus horas al frente de la PC viciando al League of Legend y sacándose 10 en el colegio. “Era full freaky”.

Hoy, Mecha, aquel full freaky, es uno de los MCs más importantes del país y uno de los candidatos más serios a llevarse la Freestyle Master Series, la liga de freestyle argentino.

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Cuando chico y a pesar de cruzarse con Nach a tiempo, Thomas no profundizó en el camino de Wu Tang Clan, ni de Eminem, ni de KRS One, sino que optó por unirse a las fauces del metal: “Escuchaba Falling in Reverse y Black Veil Brides, bandas de metal muy mainstream”, cuenta.

Asimismo, jugaba al handball en Villa Carlos Paz, su ciudad. “Hasta estuve en la primera clase que se dio en la ciudad”, recuerda. “Éramos dos chabones y doscientas minas. Yo jugaba bastante bien”.

Hasta esos días, Thomas se desempeñaba como alumno ejemplar de un colegio técnico, hasta que el ritmo de horas de cursadas lo quemó.

Su nuevo destino: un colegio de repetidores.

¿Qué pasaría con el “Niño 10” en un colegio de repetidores? “Mi mamá le pidió a uno de los preceptores que me cuide, imaginate”.

Ni insulto, ni pelea: batallas de improvisación

Con un nuevo grupo de amigos, Thomas cayó a un cumpleaños y advirtió un tumulto, sintió una tensión especial. “¿Por qué se están insultando?”, preguntó. “No se están peleando, tranca, están batallando”, le dijeron. Y, al terminar, alguien le dio play a la batalla de cuartos final de la Red Bull: Batalla de los Gallos entre Tata y Kódigo de 2015.

“Ahí empecé con las rimas”, apunta. Comenzó a rapear en la intimidad de su cuarto: solo, solito, solo. A las semanas, esos amigos que estaban enfrentándose en el cumple lo invitaron a una competencia en el centro de Carlos Paz. “¿Qué? Ni en pedo”, pensó.

Pero tomó fuerza y fue.

Una vez en la plaza, un pinta se le acercó a manguearle cigarrillos y a apretarlo un poquito. Más allá, otros pibes estaban batallando con todo. “La plaza estaba llena de fisuras”. Thomas había caído con un amigo que hacía kickboxing y, en parte, era su garantía. Thomas se hacía llamar Mecha, pero todavía no la había encendido.

Entretanto, se anotó en la competencia, rapeó y, en un momento, le tocó batallar contra Cold, uno de los MCs más fuertes de Córdoba. “De la nada, clavé un par de punchlines”, recuerda. Pero no había ni pintas, ni fisuras: el flash mental se diluyó cuando esos mismos pibes le pasaron sus números de teléfono y lo invitaron a ranchear juntos.

El pibito estudioso

De ahí en más, se la pasó todo el tiempo rapeando. Bueno, rapeando y convenciendo a su madre de que lo deje rapear.

“Cold me dio un consejo que le había dado Nizzer a él: ‘Si tu ciudad te queda chica, tenés que ir derecho a la Sin Escritura de Córdoba’”, rememora.

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Allá fue: agarró su mochila, se tomó un bondi y recorrió los 36 kilómetros que separan a Villa Carlos Paz de Córdoba Capital. “En el momento fue medio inconsciente, porque en esa compe caían todos los mejores”.

Una vez ahí, se cruzó contra Naista, quien más tarde se convertiría en uno de sus mejores amigos, y cayó contra Nizzer, un veterano de Red Bull que, por interpósita persona, le había regalado aquel consejo.

Cayó mil veces en clasificatorias, avanzó de rondas algunas veces más y, así, la Sin Escritura se convirtió en su competencia de base. A fuerza de choques, Mecha se estaba encontrando como freestyler.

“No llegué a ir a El Quinto Escalón porque, cuando se me podía dar, yo tenía 15 años y mi vieja no me dejó”.

Y sigue: “Yo era un pibito muy estudioso, de no salir nunca. Y, de la nada, me empecé a ir a la plaza con todos nombres que mi vieja no conocía. Imagino que para ella no habrá sido fácil. A mis viejos les habrá chocado toda esta situación”.

—¿Qué sería de vos si no te hubieses cruzado con el freestyle?

—Quizás seguiría en la facultad. Sería un alumno aplicado, con promedio piola. Tal vez está mal decirlo, pero rapear me sacó lo aplicado y lo estudioso. También me hizo conocerme más. Antes, tal vez, era más peón de lo que me decían mis viejos. Me iba bien y todo, pero tenía más amigos profesores que alumnos. Me hice un nuevo grupo de amigos, decidí no llevarme materias y dedicarle todos mis veranos a competir.

Del under a los escenarios

Con el andar, llegaron sus primeros viajes por fuera de Córdoba. “Conocí al productor catamarqueño Agustín Vera, que era un buen amigo de Paulo Londra. Él me llevó a una competencia de ahí, la Barras del Norte, que estaba re pegada por una exhibición de Londra con Duki. Ese día estaban Iacho y Alejo de invitados. Fue mi primera salida de la provincia y gané la compe”.

Esta victoria interprovincial hizo que la movida empezara a tomarlo más en serio y, en consecuencia, la élite cordobesa empezó a darle su aval. “En esa época yo quería ir a la Red Bull. Me freakeaba ir a todos los eventos. En Córdoba había cuatro competencias por semana y yo iba a cinco”, bromea.

A sus 16 años, Mecha saltó intermitentemente entre escenarios. A veces le iba bien, otras no tanto. “Tuve mi exhibición de 3 vs 3 junto a Larrix y Laion contra Wos, Ecko y Papo. Nos hicimos respetar a las piñas. Fuimos muy palo a palo ganándonos el respeto”.

Un año más tarde, empezó a cerrar sus primeras “fechitas” por fuera de su provincia. La escena doméstica del freestyle comenzó a convocarlo, pre clasificarlo, pagarle, ponerlo en flyers e invitarle alguna pizzita. Llegaron competencias en Luque, General Deheza, Villa General Belgrano, Oliva, Villa María y Río Cuarto. En esos días, Mecha empezó a curtir a los mejores de cada lugar y logró un posgrado en underground.

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“Mi mood mental era llegar a la mayor cantidad de competencias posibles. Y la guita que veía, la destinaba a viajar”.

En 2018, clasificó a Supremacía, ganó la regional y, con eso, obtuvo un pase para la nacional. Ahí, perdió en cuartos de final contra Tuqu, quien ese mismo año disputó con Trueno el ascenso del play-off para llegar a la FMS. “Me fui frustrado pero piola”, asegura.

Pasaporte sellado y roce internacional

La siguiente página de su libro se escribió en Misión Hip Hop, la competencia organizada por El Misionero, el host de la movida, que reúne lo mejor del under local. Ganarla significaba viajar a Costa Rica para competir en la Poseidón Battles.

“Má, mirá que si gano me voy a Costa Rica”, le dijo Mecha a su madre.

Y, tras ganarle a Parawa, Nacho, Blas y Tuqu, quien cinco minutos antes lo había vencido en Supremacía, Mecha se coronó campeón.

mecha

“Ni bien terminó el evento, El Misionero me dijo ‘te vas a Costa Rica’. Yo me fui a mi casa rápido, sin saludar a nadie porque se me iba el bondi para Córdoba. Llegué y le tuve que pedir permiso a la directora del colegio para que no me pasaran las faltas. Por un tema de guita, mis viejos no me pudieron acompañar, así que viajé solo. Perdí en octavos contra SNK, que hoy es el mejor rapero de Costa Rica”.

Con apenas 17 años, Mecha ya estaba representando internacionalmente.

“Hasta ese momento, era bueno en la B”, comenta.

Mecha terminó el año en el décimo puesto del ascenso a la FMS. “Y ni lo había peleado. Ese año ascendió Nacho y yo le había ganado cuatro veces”.

Para 2019, su objetivo era ascender: quería convertirse en un MC de la liga profesional más importante de freestyle.

Arrancó chill, ganó Supremacía, se presentó en algunas regionales y perdió en la de San Luis. Frustrado después de un tendal de horas de viaje y burbujeante de veneno, Mecha pensó: “No viajo más”. A los dos días, estaba en San Juan ganando su regional.

Vuelven los estudios, se van los estudios

Mientras tanto, al costado de su vida rapera, Mecha, acá Thomas, quiso cursar el ingreso a la carrera de abogacía. Sin embargo, no se sintió cómodo con el ambiente. “Eran todos unos asquerosos y mala onda”, relata. “Yo venía del palo del rap que era todo piola y ahí era ‘no te conozco, no me mires’. Tomatelás, cheto”.

Sus viejos le insistieron con que estudie. Se metió a cursar sonido, pero tampoco prosperó. “Es que un amigo productor me dijo que estaba buena, pero que me iban a enseñar a ser sonidista y no productor. Aprendí bastante pero nunca toqué una compu”.

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Un día de tantos, en uno de sus viajes de estudio, recibió un llamado de Urban Roosters, la plataforma detrás de la Freestyle Master Series: le ofrecieron sumarlo a su elenco de artistas y prometieron llamarlo nuevamente para afinar detalles. “Tuve una charla con mis viejos. Venía la época cruda del ascenso, de viajar y viajar. Me presentaba a los parciales y desaprobaba. En ese momento me dieron la chance de probar, de vivir de esto”.

En su camino por la profesionalización, viajó a la edición internacional de Supremacía y venció a Mnak, luego a Zasko y, en semifinales, se cruzó con Aczino, el mejor freestyler de la historia. “Saqué ganas de matar y le planté cara a Aczino. Ahí tuve un hype que duró un mes y hasta me dijeron que me habían tongueado”, revuelve.

Pero el llamado de Urban Roosters no terminaba de concretarse.

Y el under lo empezó a endiosar. Y la mecha comenzó a prenderse.

mecha

Se prendió, nomás

“Tenía que viajar a Buenos Aires para hacer El Pesaje, con Juan Ortelli, y tenía que hacer un montón de fotos de prensa. En ese momento, Ortelli habló con la gente de Urban Rooster y a los dos días me llamaron. Él me dio la credibilidad que todavía no tenía”, reconoce.

Por esos días, coincidiendo con su visita, Trueno acusó enfermedad y, ante su ausencia, fue convocado para una exhibición en la FMS Argentina en una batalla contra Klan.

Desde allí, su primer gran viral: “No soy el trailer, soy la película entera/ FMS 2020, ya saben lo que les espera”.

“Igual, en Red Bull me comí un cachetazo de realidad. Pensaba que era mi Red Bull, pero no. Tampoco es que era Wos después de ganar El Quinto Escalón. Me frustré un montón, pero hice un cambio de mentalidad”.

A la sazón, una serie de casualidades lo puso nuevamente en el centro de la escena: venía la God Level Internacional y, con un Chile revolucionado, El Menor no pudo viajar. Así, Zaina, pareja competitiva de El Menor, pidió a la organización que convoque a Mecha.

“Yo estaba viendo la FMS en La Plata y Zaina no paraba de mandarme mensajes. Ni bien terminó, viajé al hotel, concentré y al otro día estaba compitiendo. Salimos terceros. Yo no estaba listo para nada y todos dicen que competí muy por arriba de la media del evento”, señala.

Para finales de 2019, con la baja de Dtoke, el siempre listo Mecha viajó a Perú y a México para representar al país junto a Lit Killah. “Ahí gané mucha credibilidad”, apunta.

Enseguida, su año cerró ganando la Copa Confederación y logrando el tan ansiado ascenso a la Freestyle Master Series.

El anhelo: FMS

“Estoy peleando el torneo. Lo quiero intentar ganar. No me desespera. Lo estoy llevando con más madurez que la Red Bull. Quiero quedarme con lo que pase arriba del escenario y disfrutarlo desde ahí”, confiesa.

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¿Cómo vio sus batallas? Mecha dixit: “Contra Klan yo estaba confiado, pero me re sorprendió. Con Stuart tuvimos un batallón zarpado. Y con Cacha estuvo piolita, a la gente le gustó”.

—Lo avisaste en 2019, pero ¿qué le espera a esta FMS 2020?

—Siempre fui muy deportivo, pero mi deportividad ahora va por otro lado. Sé que hay cosas que tengo que evitar y qué no, pero estoy dejando de entrenar un poco. Estoy rapeando más en cypher que con formatos. De hecho, este año la deportividad está mal vista porque no hay público y hay que mezclar más lo deportivo con lo rapero. Es toda una experimentación conmigo mismo.

Fotos cortesía de Mecha.

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