Nota por Hernán Panessi publicada originalmente en El Planteo. Más artículos por El Planteo en High Times en Español.
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En las pantallas de las computadoras y móviles de todo el planeta, un joven lookeado como Will Smith en El Príncipe del Rap canta “De pequeño soy un rey/ Gracias por el don mi REY”. Del otro lado de la videollamada, Polimá Westcoast, el joven en cuestión, se ríe mostrando sus dientes y dice que sí, que Will Smith es su héroe, que lo de “Enigma”, su nuevo tema, es un homenaje a su propia vida y que, ojalá, Dios quiera, todo esto termine con él actuando en comedias.
Polimá Ngangu (alias Poli o Polimá Westcoast) nació en Santiago de Chile, es descendiente angoleño, tiene 23 años y, entre otras cosas, ya carga en sus espaldas con un “Disco de Oro” y otro “Disco de Platino” por su tema “My Blood”, junto a Pablo Chill-E.
En su universo musical, no suele haber referencias oscuras ni maleanteo. Hay shoutouts a Dios, hay vivencias personales, hay miradas románticas, resueltas y felices.
“Mi nuevo trabajo es un mundo onírico, de comedia, de ficción. Eso va a definir a mi próximo proyecto”, cuenta Polimá desde Santiago, en videollamada con El Planteo.
—¿Te gustaría actuar en comedias?
—Lo veo posible. Tengo todas las ganas. Obviamente, hay que tener conocimiento, pero siempre estoy vibrando de esa manera. Intenté hacerlo en “Enigma” y tuve un buen resultado. Todo eso se conecta más conmigo mismo. Ese Poli que vieron es como soy yo realmente: alguien muy enérgico y que gusta de reírse.
El nuevo trabajo
“Enigma” se erige como la apertura de su próximo EP, un álbum que estará atravesado por un espíritu de ensueños, lleno de música, baile y diversión.
“Esto es algo muy nuevo, es la evolución de la música en español”, advierte.
—¿Por qué quisiste meterte en un mundo nuevo?
—Es que sentía que no podía ser yo libremente. Estaba haciendo ritmos que no son típicos de nosotros. Sentía que estaba en otra movida. No es lo que yo quería expresar. Y en eso estamos, en un momento de creación, contribuyendo al arte de otra manera. Sonoramente es algo impactante. Estoy en esa búsqueda experimental, de vanguardismo y libertad de expresión. Sigo mucho lo que están haciendo YSY A y Nathy Peluso, que abarcan al arte desde otra manera, con palabras modernas. Hay muchas cosas multiculturales y me siento parte de eso.
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—[…]
—Soy afrochileno. Tengo un conocimiento multicultural. Me crié entre blancos siendo negro. Hay mucha combinación. Y quiero generar cambios. Y uno de esos es musical. Es lo que quiero hacer: ganarme mi posición y que me denominen por lo que soy. Lo que hacen Nathy, YSY o, mismo, C.Tangana, es lo que me imaginaba que escucharía de ellos. Es su forma perfecta, su evolución.
—¿Temés que, en algún momento, por querer contribuir a la evolución, tu propuesta no se entienda?
—Sí, todo el tiempo. Si hasta tuve que ponerle subtítulos a mis temas para que se entiendan. Pero, bueno, este cambio es parte de la nueva sociedad que estamos viviendo ahora. Tengo música muy diversa en mi cabeza que la voy transformando. Mi abuela es campeona nacional de tango, mi madre es bailarina de merengue y mis abuelos salieron bailando en Cachimba, la película de 2004. Provengo de todo eso.
La búsqueda de la búsqueda
A finales de 2017, el joven Polimá se encontró. Allí, no había Lollapalooza, ni hits, ni views, ni reconocimiento: ni nada de nada.
“Entendí que soy un afrochileno y que no hay más representantes de la música como yo. En Chile, no hay tanta gente de color haciendo hip hop. No hay gente de color al mando”, revuelve.
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—¿Qué tan relevante resultó eso en tu carrera?
—Se convirtió en mi objetivo. Quiero unir a la comunidad afro. No se los trata como se los debería tratar. Quiero cambiar eso. De un día para otro hice clic y me di cuenta que no era igual al resto. Entonces, quiero hablar de mis sentimientos, de los sentimientos de los hombres. Logré hacer esa música y logré también que los jóvenes se liberen para que no fueran tabú. Que los hombres puedan llorar por amor.
—¿Cómo son los hombres chilenos?
—Son muy reacios, muy fríos, muy machistas. De a poco ha ido cambiando. Ya no tienen ese pensamiento. Y menos los niños. Están dejando de guardarse todo, de ser tan fríos. Se sienten con el derecho de expresarse libremente. Y creo que la música fue uno de los factores de ese cambio.
Este espíritu sensible es la base de su expresión musical. Una base que, curiosamente, nació de un desamor: “Todo pasó porque por una novia que no me daba bola, porque yo no tenía dinero ni oportunidades. Pero ella no buscaba amor, buscaba otra cosa”, devela.
El amor y el desamor
Con el tiempo, su perfil se fue configurando hacia un nuevo destino. Así las cosas, convirtió su música en una herramienta indicada para encontrar la felicidad.
La felicidad propia y la ajena.
“Quiero motivar a otras personas a que sientan que se puede llegar y lograr cosas con la música”, reconoce, mientras enseña sus cadenas, su “Disco de Platino” y su enorme casa. Pero lo hace sin ostentación, con el puño en alto, celebrando. Realmente valorando todo lo conseguido.
—Disculpá la indiscreción: ¿hoy estás enamorado?
—Tengo mi polola. Ella también se dedica a la música. Es difícil para los dos porque ser artista requiere mucho tiempo. Hemos luchado por lo que tenemos. Ella se llama Soulfia y canta R&B y jazz. Aprendo mucho de ella, sobre todo de la teoría musical.
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—Hace un momento comentaste que todo esto partió del desamor. ¿Te sirve artísticamente el hecho de estar enamorado?
—Cuando sentía desamor, empecé a escribir sobre esa base. Ahora que siento amor, escribo sobre otras partes de mi vida. Otras partes que no tienen que ver con el romanticismo. De mi aprendizaje en la vida, de la cuarentena, de los cambios en el mundo. Estar estable amorosamente me abrió mi creatividad para conocer otras partes de mi vida.
—¿Y de qué habla “Enigma”?
—De Dios, yo creo mucho en Dios. Es un agradecimiento a Dios. Por eso quiero dar las gracias. “Enigma” nació, en parte, de tener una estabilidad.
—¿Qué significa Dios para vos?
—Ha sido el motor de toda mi vida. Tengo mucha más fe que antes. Estoy conectado con Dios. Mi música es algo espiritual, algo más bíblico. Siempre estoy más conectado con la espiritualidad que con el mundo material. Todo esto es una sanación, una cura. Me hace liberarme.
Estrechando manos
Entre sus colaboraciones, aparece la Music Sessions de BZRP (20 millones de reproducciones) y “5 Stars” junto a los argentinos Duki y Neo Pistea, el chileno Pablo Chill-E y el español C.Tangana (10 millones de visitas).
“Con el Biza nos hicimos muy amigos. Me llevó a cantar a un festival en Mar del Plata, con 15.000 personas. Me generó muchas cosas”, cuenta.
Y sigue: “Es un autodidacta y es el reflejo de lo que somos todos nosotros. Gracias a Biza, a Khea y a Duki, todo esto se está transformando en algo viral, en algo mainstream”.
—¿Cómo fue la historia de “5 Stars”?
—Fue una experiencia muy loca. Estaba en Argentina, haciendo notas. Al otro día, Bizarrap se contactó para hacer la Music Sessions. Grabé, volví al hotel y me dormí. Al despertar, tenía un mensaje de C.Tangana con un link y un Drive. Nada más. “Móntate”, decía el mensaje. “Claro que sí, hermano”. Filmamos el video en Argentina. Fue muy especial. Nos quedamos toda la noche haciendo música con Duki y C.Tangana. Si me encierro mañana con el Duko, sacamos 10 canciones nuevas. Es un factor común que se repite en este género: las ganas de llegar alto.
—¿Cuál es tu sueño profesional?
—Grabar con Wiz Khalifa. Él me motivó y siempre fue alguien que conectó su música con la parte espiritual. Parece como si lo conociéramos de toda la vida. Quisiera trabajar con él, no solo grabar.
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—¿Qué tiene de especial la movida urbana de Sudamérica?
—Somos nosotros los que ahora estamos en los ojos del mundo. Las cosas están pasando. La industria se está fijando en Sudamérica. Pasó con “Loca” [de Duki, Khea y Cazzu] y su remix con Bad Bunny. Eso me motivó mucho. Estando a una hora de distancia de Argentina, lo empecé a ver posible. Antes era imposible que todo esto pasara. Las redes hacen que nadie sea tan inalcanzable.
Entre las novedades, Las Crónicas de Ngangu 2, su próximo disco, tendrá una colaboración del argentino Khea, junto al productor Zecca. “Seven Kayne nos prestó el estudio que tiene en su casa y grabamos esta canción”.
A propósito, con Seven Kayne grabó “Eyes on My Ice”, en compañía del chileno Young Cister.
Asimismo, DrefQuila será la otra colaboración de lujo que formará parte de su nuevo trabajo. “Él fue el artista que terminó abriendo muchas puertas para nosotros”.
Cannabis positivo
En un alto de la entrevista, sus hermanos Lumi, Joao y Michael, con quienes vive, le alcanzan un porro armado y fuego.
Mientras le da mecha, Polimá dice que “utilizo muy consecutivamente la cannabis porque ayuda a mis procesos creativos”.
Además, su relación también se apoya en el factor desestresante: “Ser artista genera una presión y el cannabis me ayuda a liberar el estrés, a sentirme mejor. A sacarme de este plano y llevarme a un lugar de relajación”.
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Y, desde ahí, lanza un deseo: “Ojalá pudiera legalizarse en Chile. Cambiaría todo y sería mucho más tranquilo”.
—¿Te sirve también en lo creativo?
—Es que no creo que genere algo negativo. Muchos lo encapsulan como una droga, pero más bien es algo positivo, recreativo. Cuando estamos en el estudio, genera un vínculo. Es algo que tenemos en común todos los artistas del género urbano. El cannabis cumple un rol muy importante en la música y en mi día a día.
Fotos: cortesía prensa.