Nota por Natalia Kesselman, en colaboración con Javier Hasse, publicada originalmente en El Planteo. Más artículos por El Planteo en High Times en Español.
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“Está muy bueno esto, ¿qué es?”
Esa es la típica -si no única- reacción de la gente al escuchar a Sofía Gabanna por primera vez, sin importar el género musical que prefiera o el humor que esté atravesando durante ese momento. El inusual y unísono consenso que recibe es difícil de definir pero sus causas son fáciles de identificar.
Una voz distinguida, una técnica y un flow impecables, una combinación de géneros ecléctica, y unas letras de gran sofisticación convergen en cada uno de los tracks de Sofía, haciéndola una de las raperas más interesantes de nuestros tiempos.
A sus 20 años, irrumpe en la escena musical con potencia y sagacidad, desafiando la noción de que un hit no puede ser profundo y oscuro.
“Y yo advertí que me alejaría de tanta hipocresía que me invadía. Y ahora siento que vivo mil vidas en un día”, canta en su popular tema Fui Silencio, con cuyo video se dio a conocer oficialmente.
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“Recuerda que esta vida es una trampa. Pero si no escapas, la batalla es sabia. No le mires a la cara para que ella no te vea intimidada; no le cuentes ni uno de tus traumas actúa como si nada que todavía no terminó la función”, sigue, estableciendo una clara diferencia con los temas usualmente superficiales que dominan las tablas Billboard.
Sofía es, para decirlo con todas las letras, una tipa muy inteligente. Y se nota.
Sin un EP pero con 8 temas publicados en su canal de YouTube, no para de acumular reproducciones. Por eso, antes de que te lo cuente alguien más, antes de que la veas hasta en la sopa… Acá está, ella es: Sofía Gabanna.
Corazón de dulce de leche
Nacida en Buenos Aires, de padre porteño y madre lujanina, Sofía se mudó con su familia a Barcelona a la tierna edad tres añitos. En su casa siempre se habló con acento argentino y la tonada del país latinoamericano caló hondo. Pero, puertas afuera, era otra canción.
“En el colegio, en la vida fuera, yo me acostumbré a escuchar el castellano de acá”, dice, arrastrando la LL con un acento bien argento. “Luego, hace un año, me planteé sólo a hablar argentino, porque hasta yo misma, aunque lo hacía automático, me confundía”.
Habiendo convivido con las costumbres, valores y comidas de su país natal, la artista se siente conectada con su identidad: “Lo tengo adentro y espero volver. Sólo volví una vez, pero quiero visitar apenas se pueda”.
Curiosamente, Gabanna no es su apellido real. Desde el principio de su carrera, a Sofía le gustó la idea de poder mantener separada su persona artística de su yo individual, y es por esto en parte que no usa su apellido de nacimiento.
“Esas dos ‘Sofías’, por así decirlo, son la misma”, explica. “Simplemente es algo que mantiene una identidad más privada, pero no se disocian en tema de personalidades. En ese aspecto estoy muy cómoda, porque Sofía Gabanna no es un personaje”.
El seudónimo, además, tiene un origen súper argentino: los alfajores Havanna.
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“Yo nunca tuve un mote, o he tenido, pero no pegaba artísticamente. Barajamos un montón de nombres junto a mi familia y salió Havanna, del alfajor. Porque Havanna a mí me encanta, son mis alfajores favoritos”, cuenta entre risas. “Pero pensaba ‘¿Sofía Havanna? No me convence mucho, falta como ese vacío… Y dije: ‘pues, Gabanna’, y me gustó mucho como sonaba. Sofía Gabanna. Adjudicado”.
Hip hop en las venas, nena
Si bien sus padres no expusieron a Sofía al rap, sí le inculcaron desde joven una apreciación por un amplio espectro musical: salsa, blues, rock, flamenco, clásico, de todo. Y eso en su música se nota.
“A los 12, 13 años empecé a descubrir este género musical también por mi hermana, que ya era más grande que yo y ella ya lo había conocido”. Su hermana, curiosamente, también es artista de hip-hop. “Yo la escuchaba escuchar. Iba yo sola y buscaba, y me atrapó desde que lo escuché”.
Lo que más le llamó la atención del hip hop, cuenta la artista, fue la lírica y la poesía. Cuando empezó a escuchar rap, lo hizo con canciones y bandas que tenían mucha letra y contenido. Eso la fascinaba porque, desde bien chica, siempre le encantó leer y escribir.
“Yo me abría blogs de chiquitita o escribía cuadernos de poesía, de cuentos, cualquier cosa, pero escribía. Me atrapó tanto que dije ‘a ver si todo esto que escribo puedo plasmarlo en una base’, porque al final la música también era otra de mis pasiones. Dije ‘a ver si puedo combinar eso’, y empecé a escribir encima de instrumentales”, relata con entusiasmo.
“Me gustaba, me sentía cómoda desde el principio. Eso me fue llevando a ir cada vez como queriendo sonar mejor, estructurar todo de una manera más limpia, estudiar a veces incluso la poesía, que me gusta tanto y me ha ayudado un montón a hacer rap. Y ahí lo elegí, se me abrieron las puertitas y dije ‘wow, ¿esto qué es?’”
Así, en un tornado de poesía y beat, Sofía terminó entrando en el género en el que se desenvolvería apasionadamente. Pero no se trata sólo de fervor: es dedicación, es estudio, es técnica, es nerdeo.
“Yo soy muy autoexigente en ese sentido, porque es la base de progresar uno mismo. Me encuentro diciendo ‘uf, esto mejor así, no, mejor asá’. Y el auto exigirse uno, hasta tal punto, siempre es bueno”, explica.
“A cada letra me gusta estudiarla, me gusta seguir estudiándola, me gusta seguir escuchando -dado que no me cansa- y siempre se encuentra algo nuevo, algo interesante, algo que me ayuda a mejorar mi rap y es algo como que nunca tiene fin. ¿Cuándo voy a llegar? ¡Nunca! Porque es un caminar y nunca llegar, pero me gusta”, dice entre risas. “Nunca paro de aprender”.
‘Ese rollo noventero’
Sofía arrancó escuchando clásicos como Violadores del Verso, SFDK, Nach, Canserbero y Falsa Alarma, todos artistas con mucho contenido. No sólo le dio duro al rap español y latino (en especial el venezolano) sino que, lógicamente, también tuvo amplia influencia del rap norteamericano.
“Es otra onda. Yo lo descubrí un poquito más tarde y fue como ‘¡wow!’. Realmente cambian las métricas, cambia la forma de escribir, cambian los ritmos, las bases”.
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Tanto le gustaban estas dos vertientes que decidió combinarlas: “Ese es mi rap. El rap contundente, con contenido, con letra y tal, y luego mezclarle ese rollo noventero que a mí me encanta como suena y realmente lo escucho y como que me siento en mi casa”.
A pesar de su joven edad, su aproximación al beat del hip hop se acerca mucho más al rap de los ‘90 que al trap u otros géneros contemporáneos. Eso, cuenta, no es algo que pase desapercibido en el estudio.
“Me lo dicen mucho cuando voy a grabar o cuando voy a hacer bases. Me dicen ‘estamos en 2020’. Me pasan bases de trap…”
Pero Sofía quiere lo que quiere y se planta firme, aunque en el estudio la tilden de “caprichosa”.
“Creo necesario mantener vivo al rap. El rap es una forma de vida, aparte de otras muchas cosas. Y no es una moda. No solo debemos influenciarnos por lo que está de moda o no, sé fiel a tu estilo, a lo que sos. En el rap podés encontrar mucha versatilidad también y, a mi parecer, tiene y debe de ser evolucionado como cualquier otro género, no lo dejemos atrás”.
Es cierto que, si bien muchas veces la impronta retro está súper presente, como en Twister, también tiene temas bastante experimentales: “No tiene por qué ser sólo de una manera. Yo lo que intento es abrir un poco ese abanico, dentro del mismo rap“.
Por caso, toma a Calma Fugaz (según dice, uno de sus temas menos ortodoxos) y a Pareparqué.
“Pareparqué tiene una base como de jazz, pero tiene boom-bap también. Entonces, busco cómo integrar el boom bap siempre, que es mi base, es lo que más me representa, y sonidos o instrumentos u otra onda, para que tengas canciones para todo momento. Que puedas ponerte una más para una cervecita, otra más para cuando estés triste, otra para cuando estés que ‘me voy a comer el mundo’, que puedas tener un poquito de cada”.
Lo que no sabe Sofía es que su música es tan versátil que casi todas sus canciones cuadran para cualquier momento.
La weed: una relación complicada
“Yo ni siquiera empecé fumando tabaco, empecé directamente fumando cannabis y me gustó”, cuenta, explicando que, como en su familia no son fumadores, no tenía esa influencia. Para ella era todo muy novedoso.
A diferencia de lo que se acostumbra en Latinoamérica, Sofía no fuma flores sino hachís (o “chocolate”), un derivado de la planta de cannabis con alto contenido de cannabinoides.
“Desde chiquitita, veía los cuadros, modelos, películas… todos los personajes que salían fumando me fascinaban. A mí el humo siempre me llamó la atención, siempre tuve ahí una relación de curiosidad”.
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Eventualmente, Sofía creció y se empezó a juntar con gente que consumía cannabis. Un día, finalmente, se le dio por darle una chance.
“Lo probé, me gustó y ahí fue un poco donde empecé mi trampa”, dice. “Al principio lo desarrollé más esporádicamente. Empecé de jovencita a fumar pero luego, a lo largo de los años, lo desarrollé un poquito más como vicio. Y claro, ya cuando se convirtió en un vicio, a mí ya me resultó más pesado de llevar”.
Para quienes tienen una relación estrecha con el cannabis, muchas veces es difícil criticarlo o aceptar que, más allá de sus muchos beneficios, también puede ser problemático en algunos casos. Se siente casi como una “traición” reconocerlo, pero en realidad sólo se trata de conocer los propios límites. El porro, explica, puede ser bueno hasta cierto punto (como todo), mientras no te complique el desempeñar tus tareas.
“Mi relación con el cannabis es de amor y odio actualmente, aunque sí me ha ayudado muchísimo en algunas temporadas de mi vida”, confiesa la artista.
“Nos sigue el humo aunque queramos escapar, porque en su momento fue el único que nos pudo ayudar”
Regular el consumo es complicado. Y se vuelve un mayor dilema cuando se considera que, sin dudas, el porro aporta a la hora de hacer arte. Sin embargo, a Sofía, el cannabis no le es indispensable.
“Para escribir, a mí sí que de verdad me ayuda, pero escribo mucho y, si no puedo fumar, o no tengo para fumar, me pongo a escribir, porque realmente sobrepasa la necesidad el tener que escribir que fumar. Con el paso el tiempo, crezco, lo entiendo, y logro disociarlo”.
“Lo que sí que no me sienta bien es beber”, agrega.
El primero, el solitario y el ideal
—¿Cómo fueron tus primeras experiencias con el porro?
—La verdad es que la primera vez no fue nada caótica, como cuentan a veces. Las primeras veces que fumé, yo lo que sentía era que flotaba, como cuando vas encima de nubes. El suelo no era suelo; el suelo era como una colchoneta. Y yo decía “wow”, y le decía a mi amiga: “¿Sentís esto?”. “No.”, me respondía. Pero nada más, yo sólo sentía eso como que iba flotando todo el rato.
—¿Y fumar sola?
—Cuando empecé a fumar sola, sí que hubo una vez que estaba en la terraza y estaba apoyada en una pared y empecé a fumar sola. Y lo que me pasó fue que sentía que me iba para atrás y que me iba a caer tipo a un vacío, a un universo. Entonces, me daba miedo y me echaba para adelante, pero obviamente no había nada, estaba la pared. Y fue la única experiencia así al principio que tuve que me shockeó un poco y dije “wow, a lo que puede llegar esto”. Esto pasa cuando no está acostumbrado el cuerpo.
—¿Con quién te fumarías un porro (vivx o muertx) y por qué?
—Canserbero, cuando fumaba. Porque creo que me encantaría tener una charla con él y que me hable de lo que quiera, porque me parece un hombre superinteresante y tal vez fumarme un porro con él sería más interesante que fumar medio sola o con otras personas.
Vamo’ la’ piba’
En pleno auge de las FemCs (pronúnciese ‘femsís’, en referencia a las raperas mujeres), la comunidad sororahiphopera se ha expandido a lo largo y ancho del mundo. El producto ha sido enormemente diverso y de una altísima calidad, además de ser una ráfaga de aire fresco en el hervidero de testosterona que es -y a menudo ha sido- el rap.
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“El movimiento se levantó así de golpe y se notó; hicimos presencia y estoy súper orgullosa de eso”, dice Sofía. “Sigo descubriendo mujeres todavía donde antes no podía encontrar casi, y salen un montón”.
Entre ellas, nombra a Santa Salut, Elane, Mckea, LiaKali y, aunque ya es más conocida, a Gabylonia.
“Descubro tantas personas que después se me olvidan los nombres. Pero los guardo en una carpetita… Un día digo, ‘rap femenino’, y me las escucho a todas”, dice.
—¿Cómo te sentís con respecto a los feats?
—Vos sabés que con los feats tengo una relación de que por ahí quiero hacerlo con muchos, pero siempre estoy diciendo “no, cuando esté más preparada; no, cuando esté más preparada…” Y, al final, nunca llego a haberme preparado.
Por eso, cuando de feats se habla, Sofía prefiere apuntar a lo posible. Además, lista o no, adelanta que se viene data fresca: habrá una collab con Santa Salut.
“Cuando yo la descubrí dije ‘wow, ojalá dé hacer un tema con esta rapera’… Pero algo hay preparado, entonces puede decirse que ya medio lo tenemos”.
—Y en el reino de la utopía, ¿cuál sería el feat. de tus sueños?
—Missy Elliot. Soy capaz de aprender a full inglés para hacer una canción con ella. Missy me encanta porque, bueno, aparte de ser muy noventera y una de las que descubrí cuando empecé a meterme con el rap americano, me encanta su actitud, su flow, su manera de estructurar las letras, su visión al interpretar sus canciones. Usa mucho baile y a mí también me gusta compaginar mucho la danza con el rap, si puedo. Entonces, la tengo muy arriba por eso, reúne muchos factores que me encantan”.
Freud en el tablao
Hija de un padre psicólogo y una madre “casi, casi, casi que también, pero sin licencia”, no es de extrañar que de chica Sofía pensara que esa iba a ser su profesión. Un clásico para una piba nacida en la ciudad con mayor cantidad de psicoanalistas per cápita.
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“Yo quería ser psicóloga. Lo que pasa es que, bueno, soy de mente muy inquieta, muy nerviosa, y cuando fui a estudiar psicología en España, la carrera pertenecía al bachillerato de letras. Después, la pasaron a mixto y después la pasaron a ciencia. Y a mí eso me desalentó mucho, porque yo, en ciencias, soy bastante nula, sinceramente”.
Con una enorme pasión por la literatura de psicología, pero faltándole la paciencia para estudiar, decidió inclinarse por lo que más hacía: bailar y cantar.
Con el baile, la conexión es profunda. “Para mí es súper importante la danza. Es parte de mí”, relata, explicando que ella empezó a bailar a los cuatro años.
Cuando llegaron a España, sus padres la apuntaron a clases de ballet y flamenco. A ese entrenamiento lo mantuvo durante diez años, hasta que…
“Empecé la adolescencia, la famosa adolescencia”, resalta, “y, claro, empecé como a separarme un poquito de todo lo que había construido y me había costado en esos años. Entonces ahí dejé de bailar”.
Dejé de bailar, las palabras mismas duelen.
“Tardé meses en extrañarlo, porque realmente, imaginate, diez años. Todos los días iba un entrenamiento diario de tres horitas al día, siempre, todos los días. Entonces, ya era rutinario para mí y dejarlo… Pensé que no en el momento, pero realmente después me pasó bastante factura, porque es algo que yo ya lo tengo interiorizado y necesito bailar; al igual que necesito cantar, necesito bailar”.
Hoy por hoy, si bien no se puede permitir retomar esa parte de su vida con la dedicación que requiere -aunque espera hacerlo en un futuro próximo- está empezando a incluir danza en sus videoclips.
“Por lo menos eso me hace estar conectada de una manera, no tenerlo tan lejos. Porque hacemos ensayo, me relaciono con gente que baila, es una energía muy fuerte para mí. Entonces, estoy intentando incluirlo”.
Activista del Hip Hop
Como mujer y argentina, era imposible que Sofía no tuviese sentimientos respecto de la recientemente sancionada Ley de IVE. La misma, aprobada el 29 de diciembre de 2020 y promulgada este enero, dictamina, entre otras cosas, que en el país latinoamericano el aborto será legal, seguro y gratuito.
“Respecto a la ley, estoy súper, súper, súper contenta. Creo que es un paso gigante que se ha dado y que para Latinoamérica y para todo el mundo debe ser súper importante. Personalmente lo es, porque la creo vital, esa ley es vital”, dice. ”Estoy orgullosa de que, a raíz de la lucha que se lleva haciendo, se vean respuestas, porque cuesta mucho verlas”.
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En cuanto al movimiento feminista en general, la artista apela a una postura sobria: “Me considero feminista, de la manera más sana que se pueda entender”, dice, y señala que hoy por hoy el tema del feminismo está muy delicado.
“Creo en que se haga respetar los derechos de las mujeres, sobre todo. Y que, aparte, haya una complicidad entre hombre y mujer. (…) Yo creo que en un futuro se podrá conseguir esto. Una igualdad entre hombre y mujer es -creo- por lo que todos luchamos; no ser más ni menos que nadie. Una relación sana, es lo que más quiero”.
Esta visión saludable del mundo queda plasmada en sus letras, pero Sofía no se considera una activista per se. “Soy activista del hip-hop”, dice riendo. Si bien el rap puede ser muy reivindicativo, no siente que su música lo sea en términos sociales. Pero sí, personales.
“Yo apoyo muchas cosas, lucho por muchas cosas, pero mi rap lo uso para sanarme un poco. Entonces, lo que hago en mis letras es sobre todo hablar de mis experiencias, de lo que siento, y que creo que eso le sirve a mucha gente también. Porque a mucha gente le pasa, se siente identificada, lo puede usar como catarsis”.
Sofía 2020
De más está decir que la artista reconoce cuán difícil fue el año pasado para muchísima gente. Y, aún así, para sus fueros internos, el 2020 le trajo un enorme crecimiento, tanto artístico como emocional.
“Personalmente, dedico mucho todos los días, por así decirlo, a mí. Intento escucharme siempre mucho y de eso que escucho intento crecer cada día un poquito más. Pero sí que es verdad que en la cuarentena, al tener más tiempo, más silencios, más pausas, florecen más cosas. Escuché todo eso y me dio a escribirlo: rimas nuevas, letras nuevas, sentimientos nuevos”.
Cuenta, también, que ella desde chica siempre se comía las uñas (“las uñas esas que se veía la pielcita bien fea, así las tenía yo”), y en cuarentena finalmente logró largar el mal hábito. “¿Por qué? Porque yo como que me alivié, dije: ‘¡Uf! ¡Pausa!’”.
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A su vez, siendo ella una persona nerviosa, de a ratos la pandemia le generó mucha ansiedad; le costaba estar encerrada.
“Decí que mi casa es realmente para mí un hogar, entonces tuve suerte de poder estar cómoda”, comenta. “Ese tiempo de la pandemia lo aproveché, leí muchísimo, escribí muchísimo, compartí momentos con mi familia”.
Mantener la cordura en estos tiempos difíciles -y ser feliz en general, incluso fuera de una pandemia- no es cosa fácil tampoco. De hecho, es todo un laburo.
“Eso es una lucha de todos los días”, explica la cantante. “Tiqui, tiquitiqui, picando un poquito cada día. Y, bueno, yo creo personalmente que esa felicidad completa, esa felicidad idealizada a veces incluso que llega a tener el humano, al estar idealizada, siente uno que nunca llega”.
“Todos los días hay que tener un poquito de felicidad, que si la dejás pasar, más difícil te va a hacer sentirte pleno en algún momento. Entonces, hay que ir aprovechando todos los momentos que se te presenten, querer lo más que puedas y sufrir cuando haya que sufrir, porque es parte de la vida y es lo que te va a seguir haciendo crecer. Seguir adelante es lo más importante”.
Coming Soon
“Tengo muchos proyectos en mente de los cuales estoy bastante contenta y tengo muchas, muchas, muchas, muchas ganas de presentarlos y compartirlos”, dice Sofía con énfasis. “Sobre todo, espero que esto de la pandemia se relaje un poquito para poder darme a conocer más en shows. Porque, claro, eso también te abre mucho las puertas y yo tengo ganas de entablar ese vínculo con el público, más cercano”.
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La artista adelantó que le gustaría tener un nuevo EP listo para principios de 2022, pero eso no quiere decir que no tenga planes para 2021. De hecho, tiene muchas canciones a la espera de ser compartidas y no quiere dejar que la producción se añeje.
“Tengo mucho material que va pasando el tiempo y, obviamente, al final a veces me dejan de gustar unas canciones y tengo que renovarlas. Entonces, intento sacarlas lo más rápido posible. Todas, un mes, una, un mes, otra, para poder mostrar ese material”.
Por lo pronto, esperamos con ansias el release de su colaboración con Santa Salut. Y, habiendo ya evidenciado el espíritu proactivo y flamante de Sofía Gabanna, no cabe duda de que muchas más cosas increíbles vendrán este año.
Fotos de cortesía