0800 Don Rouch: el Joyero #1 del Trap Latino

ElPlanteo.com entrevista a Don Rouch, joyero de tercera generación y el favorito de los músicos de trap en Argentina como Duki, YSY A, y Neo Pistea.
Don Rouch

Nota por Hernán Panessi publicada originalmente en El Planteo. Más artículos por El Planteo en High Times en Español.

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A las sombras, los sueños y las formas. Las calles que ahondan el poniente. Ni el amarillo sol, ni la blanca luna: el Centro tiene su propio color. El oír atareado, el calor de un café. Más porteño que el tango, están Don Rouch y sus chains. “Abro la persiana y me saluda el Obelisco”, bromea 0800 Don Rouch, que es joyero de tercera generación y que se yergue como el más pegado de la Argentina.

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Su abuelo, Don Roque, trabajaba en la compraventa de oro y antigüedades. Su padre, Francisco, se dedicó a las joyas. Y, desde pequeño, Roque, pululó en ese mundo. Su local pasó por Libertad y Corrientes y ahora se emplaza en Congreso. “Mi joyería se llama Don Roque por mi abuelo. No lo conocí, el nombre fue una sugerencia de mi papá”, dice con emoción.

Mi Buenos Aires querido

Libertad y Corrientes, jungla y juglares. Belleza y fango. Artistas y mercachifles. Ahí, Roque es feliz. “Buenos Aires es un sentimiento”. Y de ese espíritu quedó imantado el rapero YSY A, su gran amigo. Desde hace tiempo, YSY A se volcó a un trip porteño, con lazos rioplatenses y aires de tango.

“Con YSY lo sentimos como un proceso creativo”, cuenta Don Rouch. “Pasa lo mismo que con un diamante: lo vas puliendo. Sentíamos que la porteñidad estaba medio huérfana entre los jóvenes. Pero, por ejemplo, el tango trasciende una edad, una bandera y un país. Todo fue bastante natural, más con un artista como él, que es de la calle y que nació en el barrio de Caballito”.

Roque, de 29 años, es de los porteños que advierte lo que tiene alrededor: el perfume del encuentro, la brisa de las aventuras, las fachadas de otros siglos, los personajes que pululan por ahí. “Es re loco a nivel artístico. Acá tomaba café Marcel Duchamp, en la otra esquina se conocieron Gardel y Lepera, el mismo Borges, también”, se sorprende, a propósito de la liturgia de Capital Federal. De eso, Roque hace una bandera y lo lleva a su arte: las joyas.

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Y de la relación con su padre, el legado de su oficio y un crossover espiritual: “Soy hinduista desde hace 15 años. Cuando falleció mi viejo, llevé sus cenizas al Ganges. Fue llegar a lo más alto. Lo sentí como un momento de agradecimiento y misericordia. Por eso me identifico mucho con la frase de YSY: ‘Si quieren comprar con Dios’. Si estás en esa consciencia, te baja la de Dios. Es una cuestión muy de uno”.

El joyero de la movida

En el cuello de todos los traperos del país, oro y diamantes. En el suyo, un collar de rudraksha, unas semillas de árbol que en India se usan hace miles de años. “Son buenas para la salud, espirituales. Te estabilizan cuando tenés estrés”, reconoce.

A la sazón, Roque dejó de “andar como un arbolito de navidad”, según sus propias palabras, para enfocarse en las otras personas: “Mi relación con el mundo de las joyas se basa en que los demás las disfruten”. A las semillas de rudraksha también se las conoce como Lágrimas de Shiva, que representa al Dios que destruye y renueva el universo.

Entre sus piezas clásicas, un anillo y una cadena. Pero no son cualquiera: en lo formal, son hechas a mano, únicas. Y las más populares del país. Tanto es así que el mismísimo Duki le regaló una canción, Mi chain de Roque. Y hubo más: “Si quiere brillar, le presento a mi joyero”, tira en QUAVO.

Así las cosas, Don Roque se convirtió en el joyero oficial del (t)rap argentino. Oro de 18 kilates, full ice con oro rojo y diamantes, oro amarillo y diamantes, oro blando y diamantes. “Roque en el hielo no se siente el calor”, lanza YSY A en Todo de oro.

Entretanto, Neo Pistea cantó en Karma: “Vos vas a pagar tu parte/ Te llevaste hasta mi cadena de Roque/ Pero tu corazón te olvidaste”.

Y en los cuellos y dedos de la movida (de Seven Kayne a El Doctor, pasando por #ModoDiablo y Dios sabe quién más), sus creaciones. Así, Don Rouch se constituye como una especie de (Juan Carlos) Pallarols millennial: lo suyo llega a las personas indicadas.

“Es algo indescriptible que todos los pibes hablen de mi trabajo. Es un orgullo inmenso. La única forma de demostrarlo es seguir laburando y metiéndole con toda al género para que ellos la sigan explotando”, asegura.

Joyas para todos y todas

Por estos días, Don Roque está jugando con algunas aleaciones, algo que siempre tuvo el desprestigio de la escena de joyeros. “Hice una aleación de cobre, aluminio y oro. Pero la cuestión es ir innovando. Para ayudar a un comedor, lanzamos unos 1.000 llaveros especiales que laburamos en bronce, algo nuevo para mí. Y explotó”.

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El trap le dio la popularidad. Y estas aleaciones, la llegada a un público masivo, de a pie. “No todo el mundo puede pagar unos $20.000 pesos por un anillo”, reconoce.

Lo que más disfruta son las joyas personalizadas. Meterle tiempo y mano a una sola pieza. “Me gusta captar lo que la persona sueña y hacerlo realidad”. Recuerda con mucho cariño el trabajo que le hizo a Amalia Amoedo, nieta de Amalia Fortabat y expresidenta de ArteBA. “Era un escudito de Racing. Le hice todo un set que usó para una muestra”, sigue.

Y por ahí, el doble anillo con la palabra “Shakur” que le hizo a YSY A (¡e YSY perdió!) y el “0800 Don Rouch” que todavía luce. El “96” que colgó Duki en su primer Gran Rex (“Cuando Duki sacó Mi chain de Roque, explotó todo”). Y el “13” que le hizo a Khea, de 13 cm de alto por 13 cm de ancho (“Una joya de 4 kilos, que es la más grande que hice hasta ahora”).

“Todas estas cosas son regalos del cielo. No me voy a olvidar nunca”, comenta. “Nunca hubo joseo de mi parte. Nunca les pagué para que los pibes me mencionaran. Todo se dio de una manera muy real”.

don rouch

El mambo espiritual

Como en las distintas facetas de su vida, Roque le pone una mirada mística a todo: “Shiva y la marihuana están totalmente relacionadas”, sacude. Asimismo, consume cannabis y lo vincula con el bhang, un trago milenario que se prepara en el subcontinente indio y se hace a base de cannabis, usando tanto hojas como cogollos.

“En celebraciones como el Holi se ofrece en puestos callejeros y lo toma toda la familia. Te pega zarpado, es re bueno para el cuerpo, para el estómago y para todo”, completa.

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Por eso, su vaina cannábica se erige chill. “Pero, bueno, yo fumo para tener ese flash. Me gusta esa relación de la planta y las piedras preciosas. Las dos salen de la tierra. Toda la vida prefiero que las personas fumen porro antes que cigarrillos”.

Y cierra: “Ahora, fumar en Microcentro, eso sí es otra cosa, ahí sí te pega distinto…”

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