Nota por Hernán Panessi publicada originalmente en El Planteo. Más artículos por El Planteo en High Times en Español.
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La crudeza del rap, el decir sin vuelta. La construcción de la metáfora, la rima sobre un beat. “Cuando partí hice muchas canciones, todas muy malas”, apura sonriendo Martín Antonio García Fuentes, alias Acertijo, último campeón de la Red Bull: Batalla de los Gallos chilena y uno de los mejores MCs de Sudamérica.
Nacido y criado en Concepción y con base actual en Santiago, Martín dio sus primeros pasos en el hip hop freestyleando. “Llevo casi 10 años en esto”, reconoce.
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Sus comienzos de quinceañero inquieto lo pusieron a tirar rimas a propósito de cuestiones que oscilaban su propio mundo. “Uno de mis primeros temas fue uno hice sobre el terremoto de Chile del 2010. Contaba todo lo que vi, el caos social. Fue como una declaración de principios. Y ahí pensé: ‘voy a ser rapero por siempre’”, añora.
El rap y la protesta
Capeando entre sus estudios en Sociología y su imán intrínseco por el rap, Martín estuvo repartido entre esos dos mundos hasta 2018.
“Ese fue el año que me empezó a ir bien en las compes, que pude dedicarme al 100% y recibir una remuneración. Se dieron hartos factores que me permitieron meterle al free”, recuerda.
En estos últimos tiempos, aprovechó la cuarentena y los días de aislamiento para terminar su tesis. En breve, recibirá el llamado para defender su título ante las autoridades de la Universidad de Chile.
“Es un análisis de las representaciones sociales en el movimiento No Más AFP, que se erige sobre el descontento por las pensiones. Aquí, las manejan empresas estadounidenses”, explica.
“Analicé la televisión abierta y las noticias que cubrían los hitos de protesta. Vi qué relatos armaban ahí. Y no es tan criminalizante, pero sí paternalista: ‘Pobres ancianitos. Estamos muy tristes, conmocionados. Pero, bueno, ya va a venir un experto que estudió en Estados Unidos para solucionarlo’”.
Así las cosas, Martín embiste contra el concepto de tecnocracia, se yergue a contrapelo de esa separación de la sociedad y la política. “Aquí tenemos el paradigma tecnocrático: la política se entiende y se trabaja con expertos políticos”.
En su propia historia personal y en su narrativa rapera, la conciencia social se manifiesta constantemente.
“El estallido social de los estudiantes en octubre 2019 se explica en ese paradigma. Tenemos décadas de movimientos sociales, estudiantiles e indígenas, pero todo se resuelve diciendo: ‘Estoy de acuerdo, pero vamos a consultarlos con los expertos’. Así, tenemos una política de puros parches”, desarrolla.
Y sigue: “El Estado tiene que primar el control biopolítico de la sociedad, el cuidado de la vida biológica. La pandemia le vino como anillo al dedo, porque los problemas siguen ahí y ahora no hay ni manifestaciones ni plebiscitos. Convirtieron a la pandemia en una excusa para el desvío político”.
Cuando ocurrió el estallido social, cuya causa inmediata fue el alza en la tarifa del sistema público de transporte de Santiago, Martín estaba compitiendo en Honduras. “Fue angustiante ir enterándome de a poco”.
Sin embargo, mantiene un low profile y le esquiva al mote de líder social: participa, se compromete, discute y activa, pero no cataliza el centro de la atención.
“No me gusta ocupar la posición mediática para realzarme como una figura. Trato de darme una vuelta más cercana, aprovechar las redes sociales para compartir cosas. Voy a juntas en mi barrio, marcho con mi familia. Trato de no figurar tanto en ese sentido”, comenta.
Martín se convierte en Acertijo
Nadie se hizo fuerte sin batallas difíciles. “Mi momento hito fue cuando sufrí un asalto en la Estación Central, en Santiago”, dice.
Ese día lo marcó, en todo sentido.
Una herida de nariz a oreja lo puso en peligro. La sangre recorrió su cara, el miedo anduvo por su cuerpo. Estuvo literalmente a un segundo de la parálisis facial.
“Tenía dos caminos: o me deprimía o hacía algo con esa energía que recibí. Era una energía negativa muy grande”, revuelve.
Entonces, decidió cambiar el chip, abrazarse al freestyle y entrenar como nunca antes había entrenado.
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“Estuve encerrado tres meses. No podía exponerme al sol, ni cursar en la universidad, ni tampoco ir a trabajar. Tenía tres meses para hacer algo con mi vida. Y faltaban tres meses para la Red Bull. Me puse a entrenar y, cuando volví a aparecer en las competencias, lo hice con otra seguridad. Esa seguridad se construye de adentro hacia afuera”, comenta con énfasis.
En la Red Bull: Batalla de los Gallos de 2018 salió tercero y logró llegar al podio. “Hasta ese momento no tenía un gran renombre. Me fui muy conforme. Fue una historia de superación interna muy bonita”.
A las tres semanas, Acertijo ganó la BDM Gold. “Fue como reafirmar todo”.
Acertijo, el personaje
Martín es consciente de que es la gente quien dota de sentido a los personajes. Que esa construcción social de los MCs no les pertenece del todo. Que ser rapero es, también, lo que los otros proyectan sobre uno.
—¿Quién es Acertijo?
—Primero, es una marca de superación, es intensidad. El color rojo de mi cabello va por ahí. Acertijo es una persona que se puede endemoniar en la tarima como si estuviese luchando por su vida. Y un poco puede dejarte con la duda. Suelo ser bastante reservado, muy ñoño, muy tranquilo. Eso permite que siempre esté mostrando cosas nuevas. Desde que entré al circuito que estoy elevando mi nivel. Siempre puedo salir con algo nuevo. ¿Cómo este tipo es capaz de darlo todo y no saber con qué te va a salir?
El under en carne viva y la profesionalización como consecuencia
En su noción de under, Acertijo espeja el amor puro por el freestyle, el costado más humano de la disciplina.
“Es ir a exporte, a poner tu carne, tus huesos. Es diferente a esta figura que se viste con una ropa increíble, está en escenarios y genera un relato. Eso es el mainstream. El under es ir a poner el cuerpo”, explica.
En septiembre de 2019, el MC chileno anduvo pululando por el under argentino. Pasó por Cultura Rap y lo ganó de punta a punta. “Me gustó conocer a Mito, G5, Dinámica. Compartir un rato con Mecha y Stuart”. ¿Qué hacía en el país? Vino a competir en la FMS Internacional, en la que cayó con el mismísimo Chuty, uno de los mejores MCs del mundo.
“Tuve la suerte de ganarla”, profundiza sobre Cultura Rap. “Yo quería ir a los filtros. Llegué tres horas antes para esperar mi turno. Me gusta ese misticismo de decir: estoy dispuesto a sacrificarme, a exponerme, a que me digan algo”.
Del mainstream al under, Acertijo hizo lo mismo en la God Level internacional mexicana. Estuvo en los escenarios y, al otro día, se fue a medir con los semilleros de la plaza.
—¿Volverías al under?
—De aquí a que vuelvan las competencias del under, no lo sé. La verdad es que por Discord muchas ganas no me dan. Antes participaba en las batallas callejeras, aunque no participaba en la DEM. Cuando voy a callejeras, en Concepción, que no las graban, participo y todo bien. De momento, no sabría contestar eso.
—¿Encontrás una contradicción en la profesionalización de una disciplina que nació como callejera y hoy es mainstream?
—Lo callejero es el romanticismo del relato del hip hop. ¿Qué es lo realmente “callejero”? ¿Una competencia que se hace una plaza pública, que sale en YouTube, que se ve por Instagram y en la que todo el mundo quiere sacarse fotos? Es un encuentro de redes sociales. Lo callejero es algo más anónimo, más ilícito. No soy tan callejero. Después de El Quinto Escalón y la DEM Battles, nació un paradigma de lo que entendemos por callejero.
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—¿Pero no pensás en que hay una diferencia entre ese espíritu callejero y el mainstream?
—Creo que las batallas se van homogeneizando, regularizando. Por eso, le agradezco a mi escuela de Concepción, que es una cuna de campeones. Tenemos una población que es cinco veces menor a la de Santiago. Y de ahí salieron Teorema, Jokker, Metalingüística, Esezeta y yo mismo.
En Concepción se entendió rápidamente a la batalla de freestyle como una disciplina autónoma. Una disciplina que se nutre del rap, del hip hop, de la calle, de la lingüística, de la poesía, pero que no deja de ser una disciplina autónoma. Que nació del hip hop, que tiene sus propias reglas y sus propias normas. Una batalla no es lo mismo que una exhibición de conocimiento rapero, ni de flow, ni de lingüística. Allí no tienen ningún conflicto en ello.
—Por eso mismo, ¿no pensás que con la profesionalización se pierde un poco esa noción?
—¿La actitud rapera me la pueden medir en una cuadrilla de cero a dos? No, no le hace justicia. Pero, al mismo tiempo, si me suelto una rima súper poética y miro al horizonte, ¿eso me hace ganador de una batalla? Tampoco. Esto es algo súper nuevo. Soy del perfil de adaptarme a la disciplina. Por eso, me identifico con Mecha. Él entiende las batallas de freestyle. En su primera temporada va y puntúa muy alto. Sabe cómo se suman los puntos. Si el día de mañana, el jurado dice que alcemos la mano para sumar puntos, probablemente estemos alzando la mano para sumar puntos.
La Red Bull consagratoria
Tras vencer a Bas, Stigma, El Menor y Rodamiento en la final, Acertijo se consagró como campeón de la Red Bull: Batalla de los Gallos 2020.
“Fue la que mejor rapeé, me pude soltar. Es que no tenía ambición de ganarla. Aunque suene ilógico, confiaba en mi preparación”, reconoce.
“Me dije a mí mismo: ‘esta competencia no me define como freestyler’. Lo que me quedó es ir y disfrutarla como nunca. Eso me permitió soltar más flows, vivirla mucho más”.
De ahora en adelante, uno de sus objetivos es convertirse en el MC más integral de Chile. “Quiero manejar un poco de todo”.
Ganar esta Red Bull significó para Acertijo una especie de consagración espiritual y de validación profesional. Y, también, una certificación mediática: esta fue la primera edición televisada de la historia.
—¿Qué sentiste cuando la ganaste?
—Esta Red Bull termina por consagrar un recorrido. El perfil de Acertijo no se debe a un solo torneo. No es únicamente BDM, DEM y FMS. Antes, había logrado varios podios. Sin embargo, haber logrado el campeonato como Red Bull es un cierre de ciclo. Fue decir: “Este chico rinde en toda área, en torneos distintos”. Es una satisfacción por el trabajo, por haber logrado lo que me propuse y por sacarme un peso de encima. A pesar de que haya gente en desacuerdo, creo que está bien. Ya no se puede negar mi calidad como competidor. Bah, eso espero…
Acertijo es uno de los MCs que, a pesar de tener laurales, medallas y un tendal de triunfos, todavía está construyendo su camino. Sabe que Chile es exigente con sus figuras: “Aquí hay memes de Zamorano”, advierte.
“En Argentina hay un Wos, un Dtoke, un alfa muy definido y aquí en Chile es muy difícil”, profundiza. “Nos criticamos a nosotros mismos, nos decimos chaqueteros: criticamos a quienes están arriba. Por eso hay mucha varianza entre los referentes. En un momento es el Nitro, otros puede ser Teorema, también El Menor. Otro día puede ser Ricto o, mismo, Kaiser y Stigma. Y aquí estoy yo, esperando que sea el día de Acertijo”.
En su reflexión, sabe que los distintos devenires tienen algo de suerte. “Y yo tengo mala suerte en lo audiovisual y mediático”, advierte.
—¿Por qué?
—Cuando gané la BDM, estaban malos los videos. Cuando salí tercero en la Ghetto Dreams, bajaron todos los videos. He renunciado a las batallas virales. No es lo mío. Soy un raper de “rendir y competir”. Tengo la suerte de ser tetracampeón nacional. Hay que seguir peleándola.
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—Pero ganaste la Red Bull, que es un torneo con presencia mediática…
—Sí, pero sigue habiendo gente que piensa que la ganó una figura que no es tan mediática. Sin embargo, la comunidad del freestyle sabe bien el trabajo que hay detrás. Falta trabajar más para el mainstream. De a poquito se va logrando. Me hago autocrítica de que el personaje importa mucho. Lo he trabajado mucho y he aprendido sobre mí mismo y sobre lo que quiero mostrar.
En la actualidad, Acertijo se está relacionado con profesionales del teatro improvisado. Quiere agregar habilidades que salgan de lo lingüístico, pretende sumar skills que correspondan al cosmos narrativo. Sobre eso, dice:
“El año pasado, en la FMS, el público me jugó un poco en contra. Estaba a punto de salir campeón, pero la gente prefirió otra cosa. Tuve que padecer esa otra cosa: es que a Teorema lo vieron crecer. También a Stigma, a El Menor. Que yo aparezca a los 23 años con la disciplina recontra estudiada y la fórmula lista… De pronto, llegué y en dos años le gané a todos los campeones. Eso genera un poco anticuerpo, se genera como una cosa de villano. Papo le supo dar la vuelta. De a poco voy acercando a Acertijo a como soy yo en persona. Acertijo era muy distinto a como era yo”.
—¿Y cómo era ese viejo Acertijo?
—Era ambicioso. Descansaba en mi superioridad. La cual quizás no era tal. Y me mostraba con demasiada arrogancia, cuando en el fondo estaba inseguro. Lo que hice fue sincerar esa inseguridad que ocultaba tras la arrogancia. Me asumo como incompleto y como que estoy en mejora. Me veo como una persona con inseguridades. Aún así, estoy dando cara y dando mi mejor esfuerzo. Ese tipo de señales se van recibiendo cada vez mejor.
—¿Y cómo te ves de cara a lo que resta del año?
—Quiero dar buenas presentaciones en FMS Chile, dar un buen papel. Si se logra el título sería genial. Lograría tener todos los anillos de Chile.
—¿Y con la música?
—Ahí hay un proceso muy bonito. Había trabajado en música nueva, más moderna. Le llamo sad trap latino y es emocional, como una música más sincera. Y justo ese proceso coincidió con el de Red Bull. Hay ganas. El equipo se está ampliando. Se viene bacán.
Cannabis libre y autoconsciente
Hace tiempo, Martín consumía cannabis en exceso. Una pausa le permitió tomar perspectiva, escindir sentimientos, administrar(se) mejor.
“Muchas veces, el consumo se hace como método de escape, como un antidepresivo”, señala. Por eso, repara en un consumo responsable: “Cualquier sustancia, sin reconocer emociones y saber trabajarlas, puede ser dañina”.
Cuando consumía mucho, le generó una especie de dependencia emocional. Por eso, durante un año, dejó el cannabis.
“Me sirvió mucho para limpiarme. Aprendí a querer mi estado de sobriedad, a abrazarme a esa limpieza. Después, me di cuenta que estaba en cuadros de stress por querer rendir demasiado, que no tenía tiempo para el descanso”.
A la sazón, reingresó al mundo del cannabis desde otro lado, con otra madurez, luego de haber recorrido el exceso y la abstinencia.
“Trato de mantenerme en una línea integral. Medito, como bien, creo que todas las sustancias deben tener un acompañamiento debido y su punto justo: la comida chatarra, la bebida, la cannabis, las redes sociales, que también las agregaría como una sustancia nociva y dañina”, Acertijo dixit.
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Y concluye: “Ahora consumo en micro dosis, con un vaporizador. Ingerir marihuana a través de la combustión hace pésimo para la garganta. Estoy en ese punto: cuando ya hice varias tareas del día, cuando siento que estoy bien, ingiero un poco de cannabis para relajarme, para la productividad. No genero dependencia, ni hago que me afecte”.
Fotos: Francisca Córtes