Nota por Nicolás José Rodríguez publicada originalmente en El Planteo. Más artículos por El Planteo en High Times en Español.
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El debate sobre la legalización del cannabis y su impacto en la economía ha tomado un giro interesante con la intervención del abogado Carlos Maslatón en la red social X.
El libertario argentino escribió: “Marra, ¿y los consumidores liberales de droga, que son cientos de miles solo de nuestra ideología como vos y yo sabemos? ¿Adónde van a ir a comprar cocaína, marihuana y los químicos para las fiestas electrónicas? ¿Los va a ofrecer el Estado? ¿O deberán seguir operando barrani?”.
Si bien el liberalismo en todos sus formatos propone el respeto irrestricto a las libertades individuales, ¿incluye al consumo de cannabis?
Maslatón le da mecha a la discusión
¿Debería el gobierno libertario permitir la libre compra-venta de cannabis legal?
Las respuestas a Maslatón en X no tardaron en llegar. Algunos sugirieron la necesidad de un mercado libre. “Yo consumo, y por culpa de la prohibición no sé qué estoy comprando. La compra y venta de drogas debe ser libre”, escribió un usuario.
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En línea con los principios del liberalismo, otros creen que el Estado debería controlar y gravar la venta para financiar servicios públicos, o promover una amnistía para los presos por cultivar cannabis.
“De mínima lo esperado por el liberalismo era una amnistía para los presos… después de todo es gente sirviendo al prójimo con bienes de mejor calidad a un mejor precio”, posteó una página con tino liberal.
¿Hasta cuándo un mercado ‘barrani’?
Lo cierto es que cuando Maslatón escribe “barrani” se refiere a la economía popular que prospera alrededor de esta planta milenaria.
“Cultivo de especialidad”, “cultura” o “commodity”, en Argentina o en Tombuctú, el cannabis habilita la emergencia de un sistema social, económico y productivo de pequeña escala, familiar, o de subsistencia, forjado al calor de la prohibición.
Economía popular del cannabis
“La Economía Popular, difícil de definir por su diversidad, involucra a trabajadores que se auto-gestionan y organizan sus capacidades para sostenerse, formando unidades productivas individuales, familiares, o comunitarias”, explicó a El Planteo María Victoria Deux Marzi, profesora de Economía Política de la UNR, y coordinadora del Centro de Estudios Política y Trabajo en la Economía Popular, Social, Solidaria.
“La economía popular desafía a las instituciones tradicionales a repensar sus esquemas conceptuales y adaptarse a formas de trabajo no convencionales”, agregó Victoria y explicó que, a junio de 2022, se registraban más de 3 millones de trabajadores de la economía popular en Argentina, representando el 26% de los ocupados y el 25% de la población económicamente activa.
“La economía popular surge como una alternativa de empleo ante la incapacidad del mercado formal para incluir a todos”, dijo Deux Marzi y aclaró que todavía muchos trabajadores de la economía popular enfrentan limitaciones en el acceso a protecciones sociales mínimas disponibles para asalariados formales.
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“Entre ellos, el 58% son mujeres, mayoritariamente involucradas en servicios sociales, comunitarios y tareas del cuidado”, sumó Deux Marzi.
“Los cuidados son servicios socio comunitarios, la actividad mayoritaria es el trabajo en comedores y merenderos y el cuidado de niños enfermos es un porcentaje menor pero importante. Hay 7800 personas inscritas como cuidadoras de niños y ancianos”, continuó la licenciada en economía y doctora en Ciencias Sociales.
Cannabis argentino: emergente social, economía popular
“La posibilidad de fundar clubes de cultivo ha permitido formalizar este trabajo que de por só tiene una función social, terapéutica, de cuidado de las personas, abastece a usuarios que necesitan el cannabis”, explicó Ana Daneri, presidenta de la Federación Cannábica Bonaerense (FeCannBo).
Daneri enfatizó la importancia de las asociaciones en la distribución de cannabis, trabajando en redes y con el estado para asegurar su accesibilidad más allá de las farmacias. “Las personas se acercan a las asociaciones por nuestra cercanía, formamos redes para que el cannabis seguro llegue a todos, no sólo a quienes pueden pagarlo”, dijo.
Los costos se cubren con las cuotas societarias, que varían e incluyen la provisión de preparados magistrales, capacitaciones en cultivo y extracciones, talleres de contención y articulación socio comunitaria, sesiones 1-a-1 con médicos para seguimiento personalizado, y el registro en el programa REPROCANN, entre otros servicios.
“Hablamos de horas y horas de trabajo. Ser reconocidos como trabajadores de la economía popular nos hace más fuertes, porque no podemos crecer si no se reconoce nuestro trabajo”, dijo Daneri.
Destacando el rol significativo del cannabis en la economía popular y familiar, Daneri afirmó:
“Urge reglamentar la Ley 27.669 de Cannabis Medicinal e Industrial, para que no nos quiten la posibilidad de proyectarnos con nuestro trabajo”.
Asimismo, señaló que el desafío principal radica en fortalecer la colaboración y capacidades productivas de pequeños productores frente a grandes empresas, potenciando redes para intercambiar conocimientos y recursos.
“Hay asociaciones que necesitan comprar productos, fertilizantes, materiales… Esa red de productores se debe potenciar para hacer frente al avance de grandes firmas privadas. El principal desafío es fortalecernos con nuestras capacidades productivas”, ponderó Daneri.
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Y concluyó: “El desafío no está necesariamente en la formalización de la industria, creo que está en entender que como movimiento podemos trabajar en conjunto para sostener la demanda, intercambiar conocimientos, hacer sinergias e innovar entre pequeñas unidades productivas”.
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