Nota por Hernán Panessi publicada originalmente en El Planteo. Más artículos por El Planteo en High Times en Español.
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Con 26 años de edad, metiéndose en el freestyle competitivo “de grande” y sin un palmarés tan ancho ni tan largo, Barba Roja logró convertirse en uno de los elegidos para competir en “la madre de las batallas”. ¿Qué tiene de especial? ¿Cuál es su fuerte? Y, fundamentalmente, ¿cómo lo logró?
Por estos días, el carismático MC de Coghlan se agiganta de puro contento: por primera vez, clasificó a la Red Bull: Batalla de los Gallos y en La Barbaloneta hay lugar para todos y todas.
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A la sazón, Ari, alias Barba Roja, vive en Avellaneda, conduce un programa de radio (Civilización o Barba), dejó su trabajo en mensajería y anda mostrando que tantos años de teatro están rindiendo sus frutos: hace unos meses formó parte de Días de Gallos, la serie de HBO Max sobre la movida del freestyle. Y ahora, después de un pilón de under, llega el coqueteo con el mainstream. “Los sueños se cumplen”, avisa.
Muy lejos de casa
Casi nadie lo sabe, pero el nombre real de Barba Roja es Ari Strok Blanch. No se llama Ariel, ni se llama Aarón: Barba Roja es “Ari”, que en hebreo quiere decir “león”. Rápidamente, Barba Roja explica lo que ya explicaba antes su abuela: “Ella quería que me llamaran por mi nombre: Ari, no Ariel. Y ahora me dicen Barba Roja. Le re cabió a mi abuela”, bromea, como cada vez que abre la boca.
Después de cursar el colegio en el Santa María de los Ángeles, en Coghlan, y el secundario en el Liceo 9, de Belgrano, Ari tuvo un despertar artístico: quería meterse en el teatro, quería actuar, quería hacer de todo.
Hasta que en 2009, un amigo suyo –Peque Style- empezó a rapear. Una rima, dos rimas, tres mil millones de rimas. “A ver, tirate una vos”, le dijo Peque Style. Y Ari -de jetón- comenzó a deslizar sus primeros versos.
Pero todavía faltaba para Barba Roja, aún la improvisación era apenas un chiche.
Ari tuvo una adolescencia llena de tablas, de escenarios, de luces. Incluso, para 2010, se subió a los shows de la banda Circus para ensayar unas rondas de freestyle. “Lo hacía con mis recursos, como podía. Tampoco era tipo ‘este pibe rapea muy bien’”, confiesa entre risas.
Súbitamente, en medio de turbulencias post-adolescentes, de un trabajo como delivery, de un alquiler en una pequeña pensión y de un secundario que aún late incompleto, Ari se sintió imantado por la idea de viajar. Un poco fueron sus amigos, otro poco fue la circunstancia y otro poco más fue su futuro incierto: agarró su mochila y se fue.
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Llegaron Brasil, Colombia, Panamá y Costa Rica; un año de viajes y cambios.
Y fue ahí, en el medio del trip brasilero, que en un hostel en el que un puñado de argentinos agitaba las aguas, donde Ari se convirtió oficialmente en Barba Roja y se lanzó a rapear. “Estuvo épico”, recuerda.
En rigor, el por qué del apodo Barba Roja no hay siquiera que explicarlo, pero sí vale mencionar que fue una vieja compañera de teatro la que lo sindicó con su actual alias batallero.
“Yo tenía muy poca experiencia freestyleando. Siempre fui showman, siempre me gustaron las luces pegándome en la cara. En ese momento, con muchas limitaciones, hice que la gente gritara una rima mía. Y estuvo buenísimo”.
Siguió el trip, arribaron nuevas latitudes, nuevos amigos, flamantes experiencias.
“En Brasil vendía comida en la playa. El freestyle era un hobby. En Colombia trabajé en un hostel, vendiendo desayunos. Después, fui a ver a un amigo a Costa Rica y empecé a laburar en un hostel, pero también empecé a caer en lugares que hacían música en vivo. De golpe, después de rapear, me daban el morfi. Rapeaba por un platito de comida”.
Para agosto de 2017, la expectativa aventurera de Barba Roja siguió engordando enormemente y sus planes, también. Junto a Magamo, cantante de Nafta y Militantes del Clímax, armaron una banda para trabajar durante la temporada: The Rainy Season Brothers.
“Vivíamos en Santa Teresa, en Costa Rica, a una cuadra del mar. A partir de noviembre, durante todos los días, nos pagaban para que tocáramos. Era el tipo más feliz del mundo”.
Con la temporada bajando, en marzo de 2018, emprendió la vuelta: sin un mango y con lo justo.
“Yo me hubiese quedado, pero me volví porque creía que estaba para competir acá. Por momentos pensaba que era Wos”.
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Así, con casi nula experiencia en batallas (salvo un dignísimo debut en una competencia de San José en la que perdió frente al campeón local SRK), decidió meterse de lleno en el circuito competitivo de Buenos Aires.
Buenos Aires me mata
“Mi sueño era competir en el Quinto Escalón”, confiesa Barba Roja. Sin embargo, para ese momento, la competencia de Parque Rivadavia ya estaba finalizada y su mito comenzaba a agigantarse.
Sin más, empezó a presentarse en el Pintágono, en Las Vegas Freestyle, en El Eje de la Rima y en cada competencia que se cruzara.
Pagó el derecho de piso hasta que, a fuerza de carisma, comedia y punchlines, llegó a la final de la fecha 2 de la temporada 2019 de El Eje de la Rima. “Para mí, fue un antes y un después”, cuenta.
Durante largos sábados y domingos siguió presentándose en todas las competencias que se cruzara, mientras que en la semana continuaba con su trabajo en mensajería.
Así las cosas, en mayo de 2019, ganó una fecha en Anfree y entendió que, todo esto, era un camino: “Gané una fecha medio deslucida, en la que en octavos bajé a Rama, en cuartos a Noodle, en semis a BRK en el que tiré uno de mis mejores acotes y en la final a Dream, un picante de Monte Grande”, recuerda.
Enseguida, también clasificó a la Nacional de Circuito Baires y se batió a duelo con Tuqu Ran, uno de los pesados de la escena, con un público bien grande. “Perdí con mi amigo el Tuqu, fue un orgullo”.
De esta manera, a fuerza de presentaciones y buenas batallas, el Barba fue instalándose en la escena doméstica. “Di buenas batallas pero no me llevé ningún logro”.
Años versátiles
Con la llegada de la pandemia, Barba le escapó a las competencias vía Discord, hizo un programa por Instagram (Las 12 del Barba), co-condujo un programa durante los fines de semana en la Rock & Pop (Súper Freak) y sacó unos temas que tenía guardados (“Paradojas”, “Proyecto 8” y “Salí a Buscarme”).
Ya para comienzos de 2021, se presentó en la Alianza Freestyle, en Merlo, y dio batallones en la Perros de Calle y en la Sangre Gaucha.
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Enseguida, llegó la serie Días de Gallos, una publicidad para el chocolate Kit Kat y algunos shows como host de eventos. “Ya no estoy trabajando con la moto, pero siempre está la posibilidad. Lo que pasa es que ahora puedo manejarme como quiero y haciendo cosas que no podría de estar con un laburo fijo, como competir un jueves o grabar un tema un martes”.
A la sazón, en la serie hace de un rapero “con cara de malo” (sic).
—¿Cómo fue filmar Días de Gallos?
—Fue hermoso. Me encantó conectar con referentes como Stuart, Klan y Cacha. Me llevé una alta relación con Klan. De hecho, me dijo para juntarnos y yo por dentro me estaba haciendo caca, pensando en que no lo podía fanear. Ese día volví a mi casa pensando “esto es increíble”. Fue un sueño para mí: de estudiar teatro a hacer una serie que tiene que ver con el freestyle, me pareció alucinante.
Las vueltas de la vida: de extra a protagonista
Como hace algunos años, pero este en particular, Barba Roja se anotó en la Red Bull con la expectativa de romperla, de dejarlo todo. En la batalla de clasificación le tocó versus el cordobés Cold. No hubo vencedores ni vencidos, pero Barba dio un papel muy destacable.
“Cuando salieron los videos de las clasis, a la gente le encantó mi minuto. Le encantó a Papo, también a Jony Beltrán. Todos los que reaccionaron, fliparon. Parecía que tenía chances de clasificar”.
Hasta que un día, de sorpresa, mientras estaba haciendo de extra caracterizado como judío ortodoxo en una película con Celeste Cid, recibió una llamada de Federico Stuart y Taty Santa Ana, en nombre de Red Bull.
Había clasificado por primera vez en su vida a la Red Bull: Batalla de los Gallos y se estaba enterando en el medio de un rodaje, haciendo de extra en una película de la que ni siquiera recuerda su nombre. “Cuando me avisan que quedé, el director de la película me llama al plano y fui llorando. Entré mal, fui el peor extra en la historia del cine”.
Con el correr de las horas, fue cayendo en gracia y fue también una ristra de lágrimas y agradecimientos.
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—¿Cómo viviste esos días?
—Lo viví siempre con mucha emoción. Me lo había re puesto en la mente como para alcanzarlo. Todavía no sucedió. Todo está por venir. Lo viví mucho desde la emoción. Lloré mucho. Hay una palabra para todo esto y es, como dije, emoción.
—¿Y cómo te ves para la Red Bull?
—Voy más allá de los resultados. Me veo rompiéndola, brillando y que sea lo que Dios o Bizarrap, Lit Killah y Trueno quieran.
—¿Qué onda clasificar por primera vez la Red Bull de “grande”?
—Elijo no pensar mucho lo de la edad. Y no entrar en esa de “tenés tantos años, el tren ya se fue”. Decidí manejarme siempre con respeto, eso hace que todos también te respeten a vos. Una vuelta, estaba en el Pintágono y, después de competir, me quedé hablando con G5, que tenía 14 años. Yo andaba por los 24 y él me contó una secuencia que tuvo en el aula. Y compartir eso con él es algo que demuestra respeto.
Sean todos bienvenidos a La Barbaloneta
Que de la mano, de La Barbaloneta, todos la vuelta vamos a dar: sentimiento colectivo, afán de unidad y un MC nac & pop.
Fue por un tuit gracioso de Daro Dos Santos [organizador de El Eje de la Rima], fue gracias a un retuit de quién sabe quién, fue por el clamor popular: La Barbaloneta, esa banca coral al Barba, nació en las redes sociales y hoy celebra este presente ominoso.
“La gente que se sube es gente que quiere que me vaya bien. Me parece también que hay algo relacionado con la edad, con cumplir los sueños. No digo que el resto de pibes no lo estén cumpliendo, pero vi a muchos decir ‘que esté el Barba en la Red Bull es la representación de que los sueños se cumplen’. Es decir, ‘si este tomuer llegó a Red Bull, vos también podés”.
Una sequita, nomás
Cuando compite, no fuma, pero sí le manda cuando está en casa, por mirar una película o en situaciones de relax. Pero hubo una vez, Dios sabe cuándo, que Barba Roja subió a competir fumado y su arma para zafar la situación, una vez más, fue la comedia.
“Si se me cae esa, estamos al horno”.
En tanto, por las noches, el Barba suele darle mecha. “¡Todos los días!”, grita de fondo su novia.
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En boca del MC: “El otro día, fumé para escribir un tema y funcionó. Va a ser un tema bailable que todavía no tiene nombre”.
Asimismo, en camino a la despenalización, Barba Roja asegura que “con el Reprocann se dio un paso muy grande. E, incluso, me gustaría que se amplíe mucho más. Pero vamos de a poco”.
—Y a vos, ¿qué te gustaría que te pase a futuro?
—Me gustaría estar de vuelta en alguna serie con un personaje picante, seguir sacando temas y seguir rompiéndola en las compes, más allá de los resultados. Quiero que todo fluya.
Créditos de foto: header (@Xipson_), Carolina (@zurdoph) y River Plate (@j.o.t.a.d.e).